villa y corte/ Alberto Delgado
Aires nuevos en la Comunidad
juzgar por su discurso de investidura, la presidenta de la Comunidad madrileña, Esperanza Aguirre, más que una política de continuidad parece querer dar aires nuevos al Gobierno regional. En contraposición a las subidas anunciadas por el alcalde de Madrid, Aguirre apuesta por la bajada de impuestos, una apuesta que ha ido bien a nivel estatal, y que será acogida con un cierto alivio por los sufridos contribuyentes.
La reducción de un punto en el tramo autonómico del IRPF es perfectamente compatible con el crecimiento presupuestario..., siempre que haya crecimiento económico.
En donde la presidenta “se moja” más es en el capítulo de sanidad. Para la creación de siete nuevos hospitales y 50 centros de salud habrá que darse prisa, y la legislatura puede resultar corta. Y no hablemos de las listas de espera para intervenciones quirúrgicas en los hospitales públicos, que se pretenden reducir a menos de un mes. Para ello habrá que movilizar no sólo dinero, sino también voluntades, con aumento de horas de quirófano, si se quiere que este deseo se convierta en realidad.
En la atención a la familia, la asistencia a los mayores va a tener carácter prioritario. Es un problema que crece conforme aumentan las expectativas de vida de una población en gran parte envejecida.
Pero lo más nebuloso, a mi modesto juicio, es la política de vivienda, que, hoy por hoy, es una de las mayores preocupaciones de los madrileños. La construcción de 79.000 viviendas (cifra poco redonda) para jóvenes, en régimen de alquiler con opción a compra, es una hermosa promesa, tan ambiciosa como insuficiente. Buscar consenso para modificar la Ley del Suelo es correr el riesgo de acabar con la inoperancia. Hay que actuar con rapidez y eficacia, con consenso y sin consenso, porque el tiempo pasa y la situación empeora. La vivienda en Madrid sigue subiendo muy por encima del IPC, y buena parte de los madrileños está endeudándose hasta las cejas por este motivo.