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La contraportada

La tranquilidad de vivir en las alturas

Mónica Figueres/ Yakarta

lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
Para los occidentales resulta difícil imaginar cómo viven algunas tribus de Indonesia como la de Irian Jaya, que tiene su lugar de residencia en lo más alto de los árboles. Por miedo a los brujos o a los peligros de una tierra pantanosa, construyen sus casas con caña y hojas a alturas de hasta 50 metros del suelo.
Cuando se habla de “vivir en las alturas”, lo más lógico es referirse a una de estas dos opciones: o bien tener un piso en un rascacielos de la gran ciudad, o bien tener una casa en las montañas. Pero también los habitantes de la tribu Irian Jaya, en Indonesia, pueden decir que “viven en las alturas” y su lugar de residencia no tiene nada que ver con ninguna de estas dos alternativas. Y es que estos indígenas han encontrado en las copas de los árboles el lugar idóneo en el que desarrollar su vida cotidiana, contemplar los pájaros y protegerse de los brujos.

Según los antropólogos que han estudiado durante los últimos años el modo de vida de la tribu, el motivo real o físico por el que construyen sus casas en lo más alto de los árboles reside en las características topográficas y ecológicas del terreno, que se compone básicamente de bosques y pantanos, por lo que resulta extremadamente difícil, además de peligroso, tener que comer y dormir en el suelo. Pero los Irian Jaya han identificado la funcionalidad y la seguridad de su original modo de construir viviendas con la brujería y la necesidad de estar en contacto con la naturaleza.

Apenas quedan pueblos en el mundo que conserven las costumbres y los modos de vida de las tribus primitivas. Su cotidianidad se reduce a cazar para comer, cultivar taro, batatas y plátanos para mantener a su clan, y defenderse, en caso de que exista una rivalidad peligrosa, de las tribus vecinas. Las familias viven en compañía de perros y cerdos, y en cada casa tienen espacios separados para las mujeres y los hombres.

El techo y las paredes de la vivienda, que se asienta sobre una base de entramados de caña recubiertos de barro, están hechos con hojas de sagú, una planta tropical de la familia de las palmas que también utilizan para comer, y, aunque aparentemente sean frágiles, emplean un sistema para que, en caso de incendio, el fuego pueda reducirse rápidamente. En el techo se guardan huesos y conchas, que los nativos utilizan en las celebraciones del clan y para la confección de utensilios.

Pensar en un lugar como éste puede hacer que nos remontemos miles de años atrás, pero lo cierto es que actualmente hay civilizaciones que mantienen modos de vida inimaginables. Para algunos, en cambio, sus viviendas no tienen por qué resultar primitivas. Y más en la sociedad occidental de los últimos tiempos, que valora especialmente el estar en contacto con la naturaleza y que puede llegar a pagar cantidades muy importantes de dinero por “vivir en las alturas”.
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