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La contraportada

Un oasis de color para los Cardinals

Mónica Figueres/ Glendale

lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
Los reflejos de la luz y los juegos de colores harán brillar, en medio del desierto de
Arizona, al futuro estadio de los Cardinals. Entre láminas metálicas y bajo un techo
retráctil, se celebrarán todo tipo de eventos deportivos, culturales o sociales, con la ventaja de poder sacar el campo de fútbol americano fuera de las instalaciones.
Entre las dunas del famoso desierto de Arizona, muy cerca de la ciudad de Glendale, está empezando a levantarse el nuevo estadio de los Cardinals, uno de los equipos de fútbol americano más representativos del Estado, que estará listo para albergar todo tipo de acontecimientos masivos a mediados de 2006. Se trata de un proyecto multiusos, que aspira a convertirse en el nuevo símbolo de este deporte y de toda la región y en el que está previsto invertir 335 millones de dólares (272,55 millones de euros).

La superficie sobre la que se está construyendo este coloso, diseñado por el arquitecto deconstructivista Peter Eisenman, que ha sido galardonado este mismo año con el Premio Internacional de la Fundación Cristóbal Gabarrón de Artes Plásticas, tiene 150.000 metros cuadrados y dará cabida a 73.000 espectadores en los eventos en los que se pueda utilizar el terreno de juego con otros fines, ya que el número de gradas se limita a 68.000.

Para mantener el cuidado del césped no se utilizará el sistema típico para cubrirlo, sino que, gracias a una de las novedades más llamativas que ha introducido Eisenman y que supondrá la instalación de 150.000 rodamientos, se podrá sacar el campo fuera del recinto: una medida que, además de protegerlo, ayudará a que el aire y el sol lo cuiden de una manera mucho más natural, cuando las condiciones meteorológicas lo permitan.

Para diseñar el estadio, el arquitecto titular ha contado con prestigiosos colaboradores, como Richard Rosson, Pablo Lorenzo Elroa y Marta Caldeira, que han contribuido a “inventar” una piel metálica con un techo de lona que se caracterizará fundamentalmente por los juegos de luces y sombras. Las instalaciones estarán rodeadas con paneles metálicos alternados con bandas verticales de vidrio, que proporcionarán unas buenas vistas del exterior desde los pasillos del estadio. Además, en la cubierta del edificio, el metal reflejará la intensa luz del desierto de Arizona, lo que dará lugar a una espectacular combinación de colores.

Para no romper el espíritu dinámico que está latente en todo el proyecto, el techo del estadio tendrá dos paneles retráctiles que podrán dejar el terreno totalmente al descubierto. El material que más se utilizará para esta cubierta será la lona, un tejido resistente e impermeable que reducirá el peso y hará más fácil su movimiento. El techo está diseñado, además, para mantener un equilibrio de luz, dejando que el sol se proyecte directamente sobre el césped, mientras que, sobre las gradas, los espectadores podrán contemplar el espectáculo a la sombra.

Eisenman, que cuenta en su currículum con diseños como la Ciudad de la Cultura de Galicia, ha definido el futuro estadio de los Cardinals como un “edificio de firma” que destacará en el mapa a la ciudad de Glendale. La idea básica del proyecto partió, según ha explicado el arquitecto, de una reflexión acerca de la importancia del concepto norteamericano del estadio deportivo, que “surgió como el nuevo icono cívico y alcanzó una resonancia simbólica que históricamente sólo tenían, al menos en los Estados Unidos, donde las construcciones más antiguas apenas han cumplido los 300 años, los municipios, las bibliotecas y los museos”.
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