La boda del Príncipe

Imágenes muy parecidas, por no decir las mismas, del Príncipe y la periodista, se han repetido con machacona insistencia en los informativos de las televisiones y en periódicos y revistas. Si esto se prolonga con la misma intensidad hasta la fecha del enlace, mucho nos tememos que van a acabar cansando al personal, porque no se puede mantener la atención del público sobre el mismo tema durante mucho tiempo.
En medio de tanta repetición informativa, ha pasado casi inadvertida la entrevista que Su Majestad el Rey ha celebrado con el alcalde de Madrid. Es lógico que el Rey se muestre preocupado ante los posibles problemas que las obras de la capital pueden plantear a la celebración de la ceremonia en la catedral de la Almudena.
Todos sabemos que Madrid es una ciudad complicada, que parece encontrarse en un permanente estado de obras, y hay que prever las consecuencias que estas obras en el centro de la capital pueden tener para un acto tan importante. Quizás haya que adelantar unas obras y retrasar otras, pero hay tiempo suficiente como para que el entorno físico que rodea a la catedral no sea un freno, sino un estímulo, a la participación popular. El propio Don Juan Carlos ha expresado su deseo de que la ceremonia pudiera ser seguida por pantallas gigantes desde la calle.
No cabe duda de que a Madrid le viene bien esta boda, aparte del acontecimiento histórico que representa que el Príncipe de Asturias se case en la Almudena. Es una nueva y brillante oportunidad de dar a conocer la ciudad al mundo entero, y eso es bueno para todos. Habrá sectores más directamente beneficiados: el turismo, los hoteles, el comercio... y será una piedra de toque para la capital ante posibles futuros eventos, como las Olimpiadas del año 2012.