
A Tomás Gómez, Zapatero se lo pone cada vez más difícil
El secretario general del Partido Socialista de Madrid (PSM) no encuentra la salida al túnel en el que están metidos los socialistas madrileños desde que perdieron la repetición de las elecciones en 2003, tras la traición de Tamayo y Sáez.El año “en blanco” que dejó pasar Tomás Gómez Franco, entre el Congreso Extraordinario de julio de 2007, donde sucedió con urgencia a Rafael Simancas, y el de septiembre de 2008, donde se le ratificó por un abrumador número de votos, ha hecho que se acumulen los problemas en el PSM.Tenía que haber tomado decisiones importantes nada más perder las elecciones de mayo de 2007 donde “cayeron” en manos del PP importantes ayuntamientos -Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, Torrejón de Ardoz, Pinto, entre otros- y que sólo pudo recuperar a duras penas Coslada y Galapagar, que ahora acaba de volver a perder a pesar del apoyo personal que Tomás Gómez ha venido brindando a la líder socialista local, Carmen Toledano.Los problemas internos, en parte heredados de Simancas, en las agrupaciones locales siguen sin solucionarse, aunque lo más grave es lo ocurrido en Móstoles, donde la nueva secretaria de Organización, la ex alcaldesa de Torrejón, Trinidad Rollán, no ha encontrado otra solución que disolver el partido local. Simancas ya había tomado medidas graves en algunos municipios, desti-tuyendo a las direcciones elegidas y colocando en su lugar gestoras provisionales, pero nunca se había llegado a cerrar las puertas a los afiliados.Por si todo eso fuera complicado, ahora viene Solbes y presenta unos Presupuestos del Estado en donde no sólo no se aumenta la inversión en la Comunidad de Madrid, sino que disminuye y mucho más si se compara con lo que van a recibir el próximo año Cataluña o Andalucía. Ese fue uno de los problemas con los que se topó Rafael Simancas durante el periodo en que gobernó el PSM con mano de hierro: la incapacidad del Gobierno central de demostrar que no está castigando a Madrid por votar al PP, como se hincha de decir Esperanza Aguirre.¿Qué ha pasado con la Operación Campamento, anunciada abombo y platillo en 2005?, ¿qué ha ocurrido con el famoso Plan de Ampliación de Cercanías prometido en 2007?, ¿qué ha sido de los bus vao que dijo Magdalena Alvarez que iba a hacer en 2006?, ¿qué va a pasar con el cierre de la M-50? Cada vez que Pedro Solbes dice que los madrileños tienen que pagar los “excesos” de su alcalde Alberto Ruiz-Gallardón en el cierre de la M-30, o que Teresa Fernández de la Vega echa en cara a Aguirre sus despilfarros en hospitales, disminuye el número de madrileños que estarían a favor de cambiar su voto en las próximas elecciones.A Simancas le pasaba lo mismo, cada vez que levantaba un poco la cabeza y parecía remontar en las encuestas, aparecía algún ministro o el propio Zapatero hablando del Estatuto de Cataluña o de las negociaciones con ETA. La política de Zapatero, a nivel nacional, ha tenido mucho que ver con las derrotas sucesivas de los socialistas madrileños, algo que no se quiere ver, de ninguna manera, desde Ferraz. La idea de que en Madrid el PSOE se ha quedado anclado en el pasado y no ha modernizado su programa sólo es exacto si lo que se quiere hacer es abandonar muchas ideas socialistas y aceptar otras muchas que ya están siendo aplicadas por el PP. Para llevar a cabo este cambio, Tomás Gómez tendrá que esperar a que Esperanza Aguirre se queme -literalmente hablando- y los populares le tiendan una alfombra hasta la Puerta del Sol, como hizo en realidad Aznar a Zapatero cuando se metió en la Guerra de Irak. Una vez en el poder, le será mucho más fácil acabar con las resistencias a un cambio de programa, de la misma manera que nadie se atrevió a criticar a Felipe González cuando comenzó a subvencionar a las escuelas privadas.