Patas arriba

Los madrileños estamos acostumbrados a vivir en un permanente estado de obras, y las zanjas son para nosotros tan habituales como las aceras.
Pero lo que es increíble, inaudito, es que las obras en la Puerta del Sol, para la nueva estación Puerta del Sol-Gran Vía, y del túnel de Cercanías entre Atocha y Chamartín, que van a poner patas arriba el corazón de Madrid durante cuatro años, hayan pasado prácticamente desapercibidas en la pasada campaña electoral. Que el partido en el Gobierno no haya querido referirse a una decisión que puede estar plenamente justificada, pero que representa la expropiación forzosa de unas tiendas en el suburbano, y la ocupación temporal de otras en superficie, además de molestias para peatones y usuarios, puede ser comprensible. Pero que el tema se le haya escapado vivo a la oposición, que en esta campaña se ha referido a cuantos asuntos, importantes o menos, afectaban a la capital, resulta incomprensible.
Que no se queje ahora la portavoz de IU, Inés Sabanés, de que el Gobierno ha actuado con nocturnidad y alevosía. Si, como afirma, lleva semanas detrás del proyecto, podía haberlo hecho protagonista en su campaña. Y, al menos, se debería haber producido un debate sobre la oportunidad o no de la obra, y sobre si la decisión adoptada era la mejor. Debate que se llevará a cabo, sin duda, cuando se constituya el nuevo Consistorio, pero ya sin repercusiones electorales. Y Trinidad Jiménez no parece que se haya molestado mucho por este asunto.
Habrá debates, habrá obras, habrá expropiaciones. Habrá perjuicio para los comerciantes, los usuarios... y, seguramente, cuando acabe todo y se demuestre la necesidad y bondad del proyecto, hasta el Gobierno podrá apuntarse un nuevo tanto. Pero la oposición ha perdido una gran oportunidad.