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Consejeros que querían ser ministros

Anuel Lamela y Juan José Güemes eran los dos consejeros del ejecutivo madrileño que aspiraban a convertirse en ministros si Mariano Rajoy hubiera ganado las elecciones. No piensen ustedes mal, eso no significa que ellos sean “marianistas” sino que en el reparto de departamentos que tradicionalmente hacen los dos grandes partidos, PSOE y PP, cuando ganan las generales existe lo que se llama “cuota territorial” y Esperanza Aguirre aspiraba a cubrir Fomento y Sanidad. Ese era el motivo, que muchos no comprendían, de haber colocado a Lamela al frente de la Consejería de Infraestructuras, y a Güemes en todo el lío sanitario.

Una vez ganadas las elecciones, Aguirre tenía pensado hacer una remodelación de su Gabinete, que ha estado funcionando al ralenti durante los meses previos a los comicios, más preocupados todos por apoyar a Rajoy que por el día a día. Por eso le duele tanto a la presidenta madrileña el trato que recibió del líder del PP en la propia noche electoral y posteriormente, máxime cuando además le había hecho favores personales como dar trabajo a su ex jefa de prensa y a un primo.

Lamela y Güemes tenían que haber dejado paso dos nuevos consejeros, pero la derrota de marzo de 2008 les ha “devuelto” a sus responsabilidades, ahora con el horizonte de mayo de 2011 cuando se celebren las nuevas elecciones autonómicas. Uno lo lleva mejor que otro.

Lamela, que le ha cogido gusto a ser el duro del Gobierno Aguirre -como demostró con su polémica actuación en el caso Severo Ochoa cuando era consejero de Sanidad- ha vuelto por sus fueros y se haa convertido en “punta de lanza” contra el alcalde de Getafe, el socialista Pedro Castro -que más parece ser el líder del PSM en sus críticas a Esperanza Aguirre, que el propio Tomás Gómez- al que tiene “acribillado” con sus cuitas: no al metro desde Villaverde a El Casar (estación de Cercanías de Getafe norte); no a la construcción de un nuevo estadio para el Getafe CF; no al metro a Perales del Río, donde el alcalde quiere levantar un nuevo barrio con 20.000 vecinos.

El caso de Güemes es más complicado, porque él prefiere la Política (con mayúsculas) que la gestión y la puesta en marcha de ocho hospitales no le dejan casi ni tiempo para opinar sobre la “res pública”. Y menos con el rejón que intenta clavarle el fiscal con las baceterias asesinas del Doce de Octubre.
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