
Las nuevas batallas de ZP y Rajoy
Aquellos que pensaron en el nueve de marzo como el día de la batalla final entre Zapatero y Rajoy se equivocaron. El ganador y presidente iba a seguir en el campo de batalla dispuesto a nuevos enfrentamientos, y el perdedor y opositor cree que ha sacado tan buenas notas que ha decidido mantener el tipo y seguir en el palenque. El resultado es que los dos dirigentes de los dos principales partidos del país tienen motivos para mantener su particular duelo, sobre todo si miran al resto de las formaciones políticas. Salvo CiU, que se ha quedado en tablas respecto a los resultados de hace cuatro años, el resto ha imitado a los cangrejos y ha retrocedido posiciones.
Tenemos presidente del gobierno y líder indiscutible del PSOE para cuatro años. Y tenemos líder del PP para los próximos meses. Aventurar ahora lo que ocurrirá con Mariano Rajoy dentro de un año es una tarea casi imposible de abordar. La razón: tiene en ese plazo de tiempo tres citas con las urnas que van a medir la fuerza de su partido con él al frente, tres citas difíciles y en las que, por lo menos en dos de ellas, parte como claro perdedor.
Para empezar, en poco más de dos meses, tendrán que celebrarse las séptimas elecciones europeas, casi, casi coincidiendo con el Congreso del PP convocado para esas fechas. Si miramos lo que sucedió hace cuatro años veremos que la participación ciudadana bajó drásticamente y eso permitió que el PP perdiera por la mínima: 25 escaños para los socialistas; 24 para los populares. Con otros cinco repartidos entre IU y el bloque formado por los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos. Los cinco puntos que le había sacado Zapatero a Rajoy en las Generales de ese año, quedaron reducidos a dos. El primero tuvo cuatro millones de votos menos, y el segundo tan sólo tres.
¿Qué puede ocurrir ahora? Si la abstención aumenta, que aumentará de forma segura e inapelable y la derecha conserva mayor fidelidad entre sus votantes, Rajoy se puede apuntar su primera victoria frente al presidente del Gobierno, lo que le daría una gran fuerza hacia el interior de su partido, y una moral de victoria entre sus seguidores. Esa es una de las primeras conclusiones que le trasladaron sus más fieles tras el 9-M, y una de las poderosas razones que le han impulsado a seguir.
¿Qué intenta o debe intentar el PSOE? En primer lugar que la participación no se hunda y que la imagen de su contrincante permanezca lo más deteriorada posible, por un lado, y la del partido que le apoya lo más dividida y fragmentada. De esto último ya se encargan algunos dirigentes populares y algunos medios que les apoyan con una ceguera política envidiable (o un deseo de poder irrefrenable, que todo cabe en estos tiempos), y para lograr lo primero se han puesto manos a la obra los estrategas socialistas. Al presidente del Gobierno no le viene nada bien una derrota en las urnas a los pocos meses de su victoria. Las europeas no tienen mucha trascendencia en nuestro país, pero pueden marcar tendencias de cara al año próximo.
¿Y qué tenemos el año 2009 entre abril y junio a más tardar?. Pues nada menos que citas con las urnas en Euskadi, primero, y en Galicia, después. En ambos escenarios el PSOE está muy bien colocado a la vista de los resultados del nueve de marzo. En el País Vasco incluso puede soñar con la victoria global y con la presidencia del Gobierno de Vitoria, arrebatando al PNV la más fuerte de sus señas de identidad – la detentación del poder – desde la llegada de la democracia a España. Es en ese territorio donde Zapatero puede cerrar el círculo sobre ETA y sus apoyos políticos, en una jugada que le vendría muy bien al país, y en la que el PP tendría que jugar un papel de acompañante activo y solidario, salvo que quisiera suicidarse para la siguiente cita electoral.
En Galicia, tras la salida de Fraga del sillón presidencial de Santiago de Compostela, las cosas para los socialistas de Touriño y sus socios del Bloque no pintan mal, sobre todo para el PSG, que se ha reforzado en las pasadas elecciones generales, un poco a costa de su compañero en las tareas del Ejecutivo. Aquí vuelve a tenerlo mejor Zapatero que Rajoy, por lo menos en teoría y a fecha de hoy, con doce meses por delante.
Planteado este escenario, es fácil deducir del mismo que los dos grandes partidos tienen mucho que ganar y que perder a lo largo y ancho del año. Pase lo que pase en las tres citas electorales Rodríguez Zapatero seguirá al frente de su partido y del Gobierno ya que tiene asegurados los apoyos puntuales durante la Legislatura. Y ese no es el caso de Mariano Rajoy, para quien el primer envite es esencial y casi determinante de sus opciones a ser – como quiere y ha asegurado – de nuevo candidato en las futuras y lejanas Generales.
Va ser importante el factor económico y la evolución de la crisis financiera a nivel de ciudadano de a pie y su economía doméstica. Es por ello que el presidente pueda y deba entregar el máximo poder a su vicepresidente Solbes para conformar un equipo homogéneo, desde las dos secretarias de Estado existentes, e incluso de una tercera que pudiera crearse para asumir las tareas del hoy Ministerio de Industria (para transformar a éste en Ciencia y Tecnología, como ya pasó en el último Gabinete de Aznar); a las áreas de Fomento, Medio Ambiente, Vivienda, Trabajo y Asuntos Sociales.
Habrá que esperar a los nombramientos, pero la última de las quinielas que circulan por Madrid con cierto sentido, además de mantener como es lógico a los dos vicepresidentes en sus actuales cargos, e incluso dotar a Teresa Fernández de la Vega de las competencias de Administraciones Públicas en forma de Secretaría de Estado; colocan a Elena Salgado al frente de Defensa, a Elena Espinosa la mantienen en Agricultura, cambian a Magdalena Alvarez de Fomento, cartera a la que podría llegar Jesús Caldera, a Medio Ambiente; sacan a Narbona del Gobierno, mantienen a Bermejo en Justicia y a Moratinos en Exteriores, y hasta “aceptan” a Miguel Sebastián en Ciencia y Tecnología, con la “cuota vasca” reservada para otra mujer. Con Carme Chacón potenciando la vivienda social desde la Administración Central con suelo público y ayudas a los más jóvenes, y el canario Juan Fernando López Aguilar recalando en Educación, con Cesar Antonio Molina haciendo tándem desde Cultura.
La realidad, dentro de una semana, se encargará de tirar por tierra estos pronósticos o de corregirlos en mayor o menor medida, pero así está el juego en la Villa y Corte.