
Madrid es la estrella
Treinta millones de españoles han comprobado en dos lunes seguidos que la Comunidad de Madrid es la gran estrella política en esta España cargada de incertidumbres. Los dos candidatos a la presidencia del Gobierno, líderes de los dos grandes partidos españoles, la han tomado como ejemplo.
Ni Cataluña, ni Andalucía, ni el País Vasco centraron tanto la atención, más por parte de Mariano Rajoy y en positivo, que por parte de José Luís Rodríguez Zapatero, si bien el dirigente socialista aceptó sin decirlo su papel de motor económico de España en la última década.
Ninguno de los dos mencionó a Esperanza Aguirre o a Alberto Ruiz Gallardón, tal vez por no colocar a más adversarios en la rampa de salida, pero es justo que si colocan a Madrid en el centro de los debates – sobre todo en los aspectos económicos – se hable de los dos últimos presidentes y sus gobiernos, que han protagonizado el importante desarrollo en todos los aspectos de esta Comunidad.
Sabe Rajoy que si falla en su asalto al poder, su posible sustituto está en esta región, y que tanto Gallardón como Aguirre están suficientemente preparados como para recoger el testigo y liderar la reconversión del Partido Popular. Al alcalde se le valora más fuera que dentro de su propia organización y tiene una imagen más centrista que la presidenta, pero ésta cuenta con una ventaja interna muy importante: los militantes la quieren y además controla la organización madrileña con mano férrea a través de dos hombres de su confianza, Ignacio González y Francisco Granados, antes enfrentados entre sí y ahora cooperando para llevar a la “jefa” a lo más alto del ranking político si fuera necesario.
Y sabe que en caso de ganar, una buena parte de los altos cargos del futuro equipo de gobierno saldrá de la actual estructura gerencial del equipo de Aguirre.
De ahí que sea muy fácil adivinar que, ocurra lo que ocurra, ganen o pierdan los populares, llegue o no Mariano Rajoy a La Moncloa, lasconsecuencias del 9 – M se dejarán notar en Madrid de forma instantánea: actuales consejeros dejarán de serlo, podrán entrar en el “nuevo” Gabinete caras electorales como la de Manuel Pizarro o Cristóbal Montoro; podría entrar algún alcalde y ex alto cargo de Economía y Hacienda como José Folgado; y hasta la presidenta podría replantearse su futuro. En cuanto al Ayuntamiento, las dudas de Gallardón, siempre presentes y siempre superadas en el tiempo, podrían llevarle a dejar la alcaldía en manos de Ana Botella, a cambio, claro está, de un apoyo directo de José María Aznar en sus aspiraciones nacionales. Esto lo sabe y lo contempla Zapatero: si su actual rival electoral pierde y se retira, sus futuros contrincantes saldrán de la Comunidad madrileña, y se encontrará dentro de cuatro años con uno u otro en la salida de una nueva carrera hacia las urnas.
En el PSOE – en ese supuesto y salvo que el fenómeno de ZP en el 35 Congreso Federal del año 2000 se repitiese en el PP – prefieren que quien se haga con el poder entre los populares sea Esperanza Aguirre. Creen que la presidenta madrileña tiene una imagen más conservadora, más de derechas que su compañero de partido, y que sería un rival menos peligroso en una contienda electoral. Aunque eso sí, la reconocen el enorme cambio experimentado desde la victoria autonómica en octubre del 2003, el liderazgo nacional que ha conseguido, su capacidad para conectar con el ciudadano medio, y sobre todo su condición de mujer, algo que más pronto que tarde pesará en la política española. Y puede que sea una de las características de la contienda del 2012.
Escarmentados internamente por lo que ocurrió con la bicefalia de Joaquín Almunia y Josep Borrell, y en cabeza ajena por lo sucedido en el PP con el anuncio adelantado de renuncia a un posible tercer mandato por parte de José María Aznar, en el PSOE no saben si Zapatero optaría (siempre en caso de ganar el 9-M ) a presentarse de nuevo al frente de las listas socialistas, y si en caso de “aceptar” el octanato de hecho, los ocho años de estancia máxima en La Moncloa, quién le sustituiría ( algunos colocan a la catalana Carme Chacón, otros al canario Juan Fernando López Aguilar, y otros incluso al manchego José Bono desde su estratégico papel de presidente del Congreso ); pero de lo que están convencidos es de que si se abre la lucha por el poder en el Partido Popular, ésta estará centrada en Madrid y descartan otras opciones como podría ser la valenciana de Francisco Camps o la castellana de Juan Vicente Herrera. Se centran en Aguirre yGallardón y como mucho se aventuran a colocar una “tercera vía”: la de Rodrigo Rato, que está en la sombra, no definitivamente alejado de la vida política, capaz de “regenerarse” en cuatro años y enterrar sus episodios empresariales, y que aunaría a todo el partido evitando enfrentamientos fratricidas como los que han venido protagonizando la presidenta y el alcalde madrileños.
El ex vicepresidente económico y ex director del FMI se deja querer y no ha dicho un no rotundo a los que le preguntan por su vuelta a la dirección del partido. Incluso deja que se filtre desde su círculo de íntimos que no le importaría “apoyarse” en la estructura de combate que tiene en Madrid la presidenta Aguirre, quien a su vez no dudaría en apoyar a Rato, lo mismo que haría Gallardón y la casi totalidad de los dirigentes populares. Otra cosa es que el acomodado don Rodrigo se decida a cruzar su propio Guadalete.