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esta españa nuestra/Raúl Heras

El gran vencedor

Ruiz-Gallardón, el gran vencedor de las elecciones del 25 de mayo, va a ser un gran alcalde para Madrid, de los que gustan y cambian una ciudad

"RaúlAbrazado a Ana Botella y a Esperanza Aguirre, con Aznar a un lado y Rato a otro, el ya alcalde electo de Madrid era en el balcón del PP en la calle Génova la más completa imagen de la felicidad política. Alberto Ruiz-Gallardón, con sus 30 concejales, se sentía, y lo era, el gran vencedor de las elecciones del 25 de mayo.
El otrora díscolo dirigente del Partido Popular se ha colocado en una situación envidiable, cuando hace menos de un año pensaba incluso en abandonar la política, y hace apenas unos días colocaba su victoria como condición indispensable para mantenerse en la vida pública. Ha ganado, va a gobernar y tiene por delante cuatro años en los que cimentar otros ocho, si tal y como parece los grandes planes que cambiarán Madrid y la sacarán del siglo XIX para colocarla en el XXI se ponen en marcha y cristalizan en un nuevo eje de la Castellana, un super Manhattan en lo que es hoy la estación de Chamartín, se consolida el parque de ocio y deporte del suroeste; desaparecen los cuarteles de Campamento; los JJ.OO.; se amplia el Prado; se entierra una parte de la M-30... y así hasta agotar varias veces los presupuestos municipales.
Ruiz-Gallardón va a ser un gran alcalde, de los que gastan y cambian una ciudad. Necesita que el Gobierno de Aznar saque adelante la nueva Ley de Grandes Ciudades para tener autonomía respecto a la comunidad, y que las grandes empresas (sobre todo las constructoras) le respalden como hasta ahora lo han hecho. Tiene a su favor no sólo a la mayoría amplia de los madrileños: ha reconquistado el favor y el fervor interno de su partido, cuenta con los apoyos directos y personales de los presidentes de la Cámara de Comercio y de Ceim, dos auténticos líderes empresariales con influencia en las finanzas y la industria, con el palco del Bernabeu, que no es poco, y, quizá, con el del Manzanares (si finalmente Ignacio del Río y Bonifacio de Santiago consiguen desalojar a los Gil y poner en marcha un nuevo proyecto para el club rojiblanco), y se lleva estupendamente con los cuatro poderes fácticos que representan los cuatro diarios de difusión nacional que se editan en Madrid. ¿Se puede pedir más?
Sus votos demuestran que Aznar acertó al elegirle para la batalla de Madrid, y que el presidente del Gobierno no estuvo tan fino al dejar a Esperanza Aguirre como oponente en la Comunidad. La exministra y expresidenta del Senado se movía mejor en la capital que en los duros territorios de los pueblos, y aún así a punto ha estado de dar una sorpresa. Gallardón ha conseguido un plus de cinco puntos de media sobre su compañera de candidatura y eso explica el triunfo y la derrota.
¿Puede aspirar a la sucesión del actual inquilino de La Moncloa? La respuesta es que puede, pero ni él, ni el PP, deben. Con la victoria en el bolsillo no puede a los diez meses dejar a los madrileños plantados. Sería cometer un fraude moral hacia los electores y romper una carrera que no necesita de apresuramientos. Como alcalde de la capital de España puede estar a la espera de una designación de su partido para el año 2008, y mientras tanto esperar a que pasen urnas y gobiernos. Sólo la presidencia sería mejor que la alcaldía. El lo sabe y los que le aconsejan, también.
Si necesita la Ley de Grandes Ciudades para mantener una gran dosis de independencia respecto al futuro Gobierno regional de Rafael Simancas, de igual forma necesita una gran dosis de diplomacia para entenderse con el dirigente socialista. Sus tradicionalmente buenas relaciones con Joaquín Leguina, que no le apartaron de una dura oposición, debe reconducirlas hacia el político que desde el propio Ayuntamiento ha dado un salto de gigante y, con más votos que su compañera Trinidad Jiménez, le ha proporcionado al secretario general del PSOE su mejor y más importante trofeo electoral.
Gallardón y Simancas, Simancas y Gallardón están condenados a entenderse. El que rompa la baraja y rompa la imparable marcha económica y social de la Comunidad y el Ayuntamiento de la capital lo pagará dentro de diez meses en las urnas de los comicios generales, y dentro de cuatro años en sus carnes. Desde la mutua independencia y respeto institucional deben aunar fuerzas para mantener e incrementar el papel de locomotora nacional que tiene Madrid. Es lo que les han dicho los ciudadanos con sus votos y el equilibrio que se desprende de la lectura pausada de los resultados. Si los populares han perdido Alcorcón, por ejemplo, han ganado Móstoles; y si han perdido Aranjuez, han recuperado Alcalá de Henares ; y al mantenimiento de las mayorías en el sur del PSOE, el PP ha respondido con sus mayorías en el oeste.
Si el gran vencedor del 25 de mayo ha sido Ruiz-Gallardón, la segunda plaza la ha conquistado Rafael Simancas. Muchas cosas han empezado a cambiar en los grandes partidos y sin vértigos de sus dirigentes, es de esperar y desear que los mayores beneficiarios seamos los ciudadanos. Queda la enorme responsabilidad que va a tener la "tercera pata" de esta mesa política: Fausto Fernández e IU. Candidato y coalición deben sopesar sus exigencias y no llevarlas hasta el mismo borde del abismo de lo imposible. Se trata de esperar y ver unos días.
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