
Sacrificios y rumores
No sé si habrán reparado en ello, pero la situación del sector inmobiliario ha empeorado en el último mes. Las empresas están atrapadas en una situación ambigua en la que nadie reconoce la crisis pero todos sufren por ella. Llegados a este punto, lo falta de liquidez está exigiendo grandes esfuerzos para ponerse a salvo de suspensiones de pago sobrevenidas de forma inadvertida (o quizá no tanto).
El caso es que de un tiempo a esta parte se está viendo a los máximos ejecutivos de las empresas aparecer solapadamente en los medios de comunicación para afirmar, casi de forma vergonzante, que la solución a sus problemas, la Refinanciación de la deuda (sí, con mayúscula, así de ansiada se está volviendo), está próxima.
Viendo la deriva gárrula en la que han entrado ciertos personajes, forzados al optimismo cuanto más negro se muestra su futuro, las proclamas que lanzan tienen cada vez menos credibilidad. La profusión de rumores que surgen por doquier, especialmente en medios dedicados a la información confidencial, muestra a las claras la necesidad de las empresas por calmar a los mercados y a sus accionistas (y quizá no en ese orden). Sin embargo, esto no quiere decir que nos esperen desenlaces fatales a la vuelta de cada balance. Como dice la mayoría, hay futuro, por más que ese futuro exija grandes sacrificios.
No es un secreto que a los bancos no les interesa que se hunda el sector. Su negocio son las finanzas y no el patrimonio inmobiliario. Desde ese punto de vista, las entidades de crédito pondrán de su parte para que el sector salga adelante, sobre todo porque en muchas ocasiones tienen sociedades conjuntas con las que compraron suelos. Ahora, las operaciones de estas alianzas necesitan fructificar, antes o después, para recuperar la inversión que hicieron. Una inversión que, por el momento, está comprometida en un mercado estancado. Bancos e inmobiliarias deben afrontar un periodo de sacrificios, en el que nunca viene mal el apoyo en los rumores.