Rozando el cielo

En esta larga lista también podríamos incluir a los ascensores, un invento que ahora cumple 150 años de existencia y sin el cual no concebiríamos nuestra actual forma de vida. Las ciudades no tendrían el actual trazado urbanístico, ni desdibujarían un horizonte escalonado, y, además, el suelo se habría agotado. Eso sí, seguramente todos estaríamos en una forma física excelente de tanto subir escaleras (Ja). Los problemas llegarían con los colectivos de mayores y los que sufren algún tipo de minusvalía física, ya que tendrían que limitarse a vivir en casas a pie de calle.
Sin embargo, los rascacielos inundan el denominado 'sky line' de las nuevas urbes. Los proyectos de grandes torres y edificios de altura interminable inundan los despachos de los departamentos de urbanismo de los ayuntamientos. Todo el mundo quiere un símbolo que identifique a su ciudad y que sea visible desde cualquier punto, inclusive desde lo alto. La idea es rozar el cielo, o al menos creer que lo haces, para sentir el aire en el rostro y tener unas maravillosas vistas del paisaje que nos rodea, ya sea urbano o natural... En definitiva, para sentirnos como pequeños dioses que observan desde las alturas todo lo creado.