
Los héroes de la T-4
El terrible atentado terrorista de la T-4 del aeropuerto de Barajas, que ha sumido en dolor y rabia a los españoles, podría haber sido mucho peor de no ser por la rápìda y eficaz actuación de los Cuerpos de Seguridad. Sin esa actuación estaríamos hablando de una masacre. Debemos sentirnos orgullosos de nuestras fuerzas de protección y ayuda: bomberos, policías, guardias civiles, personal del SAMUR... todos supieron cumplir con su deber, corriendo riesgos por proteger la vida de los demás.
En todo desalojo, y más cuando se trata de un amplio espacio, como en el caso de los aparcamientos, hay que enfrentarse a escenas de incomprensión y de pánico. Producida la explosión, mientras médicos y sanitarios del SAMUR montaban un hospital de campaña, los bomberos comenzaron su lucha contra una gran montaña de escombros, con riesgo permanente de derrumbamientos, en un trabajo incesante, duro y peligroso. Conocida la posible ubicación de los dos desaparecidos, fueron precisas muchas horas para llegar a los cuerpos de César Alonso Palate y de Diego Armando Estacio.
Los bomberos y las fuerzas de seguridad que trabajaron en el aeropuerto vieron llegar el Nuevo Año trabajando. Lo celebraron sin más regalos que la satisfacción del deber cumplido, y el reconocimiento de la sociedad.
En el trágico acto terrorista del aeropuerto de Barajas hay un solo culpable, ETA; dos víctimas de la barbarie; y un puñado de héroes. Conocemos los hombres de los fallecidos, pero no los de los que rescataron sus cuerpos. Se nos dirá que el esfuerzo de estos profesionales, su riesgo, van incluidos en el sueldo. Eso es sólo una parte de verdad. Sólo con una clara vocación de servicio se pueden realizar esas tareas, tan duras como imposibles de retribuir justamente. Decía Albert Camus que hay en el ser humano más motivos de admiración que de desprecio. Los terroristas merecen nuestro desprecio. Los servidores del orden, los bomberos, los miembros del SAMUR, nuestra admiración. Ojalá estos buenos vasallos sean siempre valorados y correspondidos por unos buenos señores.