El turco apasionado
Es el del bigote cortado a cepillo, que aparece junto a Zapatero en las fotos de la Conferencia Euromediterránea. El mismo que figuraba en las notas de prensa como impulsor del Grupo de Alto Nivel de la Alianza de Civilizaciones, que se reunió el pasado fin de semana en Mallorca.
No habría que decirlo pero Recep Tayyip Erdogan es menos conocido para el público español, que algunos jugadores del Galatasaray, aunque estemos hablando del hombre que ha abierto el camino para que su complejo país termine entrando en la Unión Europea.
Erdogan, apasionado del fútbol y más duro de lo que sus maneras hacen presumir, tiene sus esquinas. En una reunión informal con periodistas, dijo que la causa de los desmanes que asolaban los suburbios de Francia residía en la famosa prohibición del velo a las creyentes islámicas. La noticia corrió como la pólvora y obligó al primer ministro turco a rectificar. Llegó a jurar que nunca había dicho tal cosa y añadió que la violencia “nunca es justificable”. A la fuerza ahorcan, porque el nuevo amigo de Zapatero puede ser acusado de cualquier cosa, menos de de ser poco musulmán. En 1999, cumplió una condena de cuatro meses de cárcel por "incitación al odio religioso". Era por aquel entonces alcalde de Estambul y no tuvo otra ocurrencia que leer una poesía islámica en un mitin. No eran unos versos cualquiera, sino un antiguo y belicoso poema otomano que reza así: "Las mezquitas son nuestros cuarteles, los alminares nuestras bayonetas, las cúpulas nuestros cascos y los creyentes nuestros soldados".
Procesaron a Erdogan por apología del integrismo, lo inhabilitaron de por vida para la política y le obligaron a abandonar la alcaldía. Por suerte para él, los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo ganaron arrolladoramente las elecciones en 2003 y tres meses después del triunfo en las urnas, Abdulá Gül - líder momentáneo- hizo un quiebro y le cedió el puesto.
El nuevo líder de 70 millones de ciudadanos turcos que aspiran a ser europeos se crió en un distrito popular de Estambul, aunque su familia procede de la costa del mar Negro. Se formó en un imam hatip, el seminario coránico al que acuden los muchachos despiertos sin recursos. Mientras, vendía por las calles rosquillas con sésamo. Poco después de graduarse en la Universidad de Mármara se incorporó como economista a la Empresa Municipal de Transportes de Estambul. Tras su paso por la alcaldía y la cárcel, rompió con el integrismo y se adhirió a una visión más moderada del Islam. Se embarcó en la creación del partido islámico moderno que le llevó al poder. Ahora en lo que está, es en la Alianza de Civilizaciones y en quemar etapas para meter a Turquía en la UE.