Sin el Estatuto de Cataluña por medio todos y cada uno de los problemas que afectan al Gobierno serían menores. Sin el Estatuto colocado en medio de la vida política, las manifestaciones contra la nueva Ley de educación o pidiendo una rebaja en los precios del gasoleo serían menores. Sin el Estatuto presionando a dirigentes y militantes del PSOE, éstos podrían responder mejor y con mayores argumentos a las críticas y ataques de la oposición, ya sea partidista o mediática.
El Estatuto llegado del Parlamento catalán por intercesión directa del presidente
Zapatero es el eje de los males del Gobierno.
Ha sembrado la confusión entre los titulares de las distintas carteras, ha censurado las opiniones de presidentes y dirigentes regionales del PSOE, ha paralizado la actividad administrativa, ha desplazado el centro de interés.
Se ha convertido en la particular "guerra de Irak" del Ejecutivo. Y no va a descender en su influencia por más ilusiones de futuro que se hagan en Moncloa. El crédito que tenía hace apenas seis meses ha desaparecido. Y la imagen de los socialistas, que disfrutaba de una enorme ventaja respecto a la de los populares, está cayendo en picado.
Diez puntos menos en intención de voto que hace seis meses, ocho puntos menos en los últimos tres. Un desastre.
Abrasado por la política institucional de su presidente, el Ejecutivo apenas habla de la situación en los Consejos de Ministros.
Son silencios más que palabras los que se intercambian los titulares de las Carteras.
Zapatero ha pedido, ha ordenado que le dejen jugar a él y a su círculo de hierro, y el resto tiene que mirar, aplaudir con más o menos entusiasmo y esperar a que la hasta ahora tradicional suerte de
ZP haga el resto.
Ni siquiera una esperada tregua indefinida por parte de ETA arreglaría el problema que tienen los socialistas. está casi descontada socialmente. Y apenas queda margen para maniobrar. No se admiten retiradas en Moncloa.
Nada de abandonar la defensa del Estatuto. Nada de dar marcha atrás en la LOE. Paso a paso hasta el desastre final.
Menos mal para el Gobierno (y para los españoles de a pie) que la economía aguanta, que el PIB crece un 3,5%, que siguen firmándose miles de hipotecas, que comienza a respirar el sector exterior, que las Opas anunciadas y por anunciar mueven el mercado y hacen las delicias de los inversores del día a día. Menos mal que la sociedad se olvida de los problemas de los políticos y de sus ajustes de cuentas, ya sean dentro o fuera de sus respectivos territorios.
Frente a esa situación y buscando un símil futbolístico en vísperas del Madrid-Barça más politizado de los últimos años, el presidente del PP tiene, como el presidente del Real Madrid su ataque de galácticos. Con la defensa bien pertrechada en los dos Migueles, el de Navarra y el de La Rioja, el medio campo encomendado al murciano
Valcárcel y al castellano-leonés
Herrera, en la delantera con
Matas,
Camps y
Aguirre a la que
Rajoy tiene encomendado "meter" los goles en la portería del PSOE.
Y en esa tarea, a la que dedican sus mejores esfuerzos como se ha visto en la cumbre autonómica del Senado, cuentan con la inestimable ayuda de un conjunto rival que hace aguas por los cuatro costados.
Apenas necesitan acudir al ex-presidente
Aznar, reconvertido en
Aragonés, ni al duro ex-secretario general,
Paco Cascos, que se ha tomado unos meses sabáticos, tal vez esperando como
Clemente que le vuelvan a llamar si la situación cambia.
Zapatero comenzó siendo
Casillas, pero le ha abandonado la suerte y ha perdido el sitio bajo los palos. Los golpes francos no los ve, con una defensa mal situada que no tapa los huecos entre otras razones porque no entiende las instrucciones del banquillo.
Ferraz y los responsables regionales creían que debían parar a
Maragall y los suyos antes de que cruzaran el medio campo, o lo que es lo mismo, antes de que el proyecto de Estatut cruzara el Ebro, pero no,
ZP les ha obligado a retroceder hasta meterlos dentro de la portería.
En el medio campo, en el que reinaban Bono y Solbes, se nota el cansancio. Demasiados partidos,demasiado sube y baja que rompe las piernas. Y en la delantera, pólvora mojada.
Se cierra la polémica de los pisos y aparecen en la calle los educandos, los sanitarios, los mineros y los agricultores en una procesión inacabable de manifestaciones que lo mismo colapsan Madrid que ven arder los neumáticos en el camino a Santiago.
Los galácticos del Madrid gubernativo de ZP (que es del Barça para más inri) descubren que toda la táctica que les llega del banquillo es la de aguantar y esperar el contraataque cuando el adversario se canse. Y eso no se ve como posible en el terreno de juego. Y los galácticos del Barcelona popular de Mariano (que es blanco y fuma puros) se ilusionan al ver a "Espe" jugando como Etoo, a Matas haciendo las bicicletas de Ronaldinho, y a Camps ejerciendo de Chavi.
Decía Anatole France que el arte de la guerra consiste en ordenar las fuerzas de tal modo que no puedan huir. Pues eso es lo que están haciendo Rajoy y Zapatero, ordenar sus fuerzas.
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