Villa y corte/Alberto Delgado
Dos gobiernos
El Gobierno de la nación y el de la Comunidad de Madrid son dos y tienen funciones distintas, pero que deberían ser confluyentes. Cuando uno y otro son del mismo partido, la sintonía es más fácil. Cuando son de signo distinto, surgen los enfrentamientos. En teoría, no debería ser así, pero, en la práctica, la realidad es tozuda. La eurodiputada Ana Mato, en la presentación de la ponencia política “Compromiso por Madrid”, que va a ser debatida en el Congreso Regional del PP este fin de semana, ha puesto estas divergencias en primer plano al acusar al presidente del Gobierno español de perjudicar a la Comunidad de Madrid por ser de distinto signo político. Una afirmación que trata de avalar con el hecho de que en los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año, las inversiones en Madrid se han rebajado un 25%.
El Gobierno negará esta circunstancia, y echará mano de distintas razones que justifiquen su política presupuestaria. El problema se agudiza si tenemos en cuenta que las inversiones para Madrid son ahora más importantes que nunca, ante nuestra candidatura olímpica. Necesitamos presentar ante el mundo unas infraestructuras y equipamientos en consonancia con el evento que se quiere organizar. Se necesita mucho dinero, pero en pocas oportunidades como en ésta las inversiones pueden ser más rentables.
Madrid ha sido, en los últimos años, un modelo de crecimiento económico y de creación de empleo. El esfuerzo inversor de los empresarios, la formulación y puesta en práctica de una política económica adecuada y la contribución sindical al diálogo y la paz social han sido los principales factores de este crecimiento.
La inmigración interior y, sobre todo, la exterior, exigen un progresivo aumento en las obras y los servicios, especialmente en sanidad, educación y vivienda. Si el ritmo inversor se paraliza, los madrileños lo acabaremos pagando, con los correspondientes efectos negativos que notará también el conjunto del país.