La Contraportada
Viena: patrimonio de los hombres
Mónica Figueres/Viena
lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
Las numerosas construcciones históricas y culturales del centro de Viena han sido reconocidas como Patrimonio Mundial por la Unesco. El pasado sábado, Francesco Bandarin, director del Centro de Patrimonio de la organización, hizo entrega del documento que otorga esta catalogación al alcalde de la capital austriaca.
Para una ciudad que carga en su espalda siglos de arte, de cultura, de historias y guerras, ser nombrada Patrimonio Mundial de la Unesco conlleva, además de un merecido reconocimiento y un motivo de orgullo, un esfuerzo ‘extra’ para conservar en buen estado todo aquello que la distingue y que es, a partir de ese momento, un bien de toda la humanidad.
El centro histórico de Viena es, desde el pasado sábado, patrimonio mundial. La capital austriaca era en sus orígenes un asentamiento celta que se transformó, durante la ocupación romana, en el refugio de Vindobona. Desde entonces ha pasado por diversos ‘dueños’, invasores y libertadores que han ido destruyendo los restos del anterior y a la vez han creado una nueva ciudad. Pero de todas las ocupaciones, a pesar de las guerras, se han ido conservando huellas que hacen de Viena la ciudad que ahora es.
Por eso, cuando el director del Centro de Patrimonio Mundial de la Unesco, Francesco Bandarin, hizo entrega del documento que notificaba la decisión de la organización al alcalde de la ciudad, Michael Haeupl, declaró que “era uno de los ejemplos más importantes de lugares históricos”. Además, añadió que uno de los elementos que más han influido a la hora de tomar esta decisión fue el enorme peso que tiene Viena en la historia de la música a nivel universal.
La Unesco estuvo dudando antes de tomar esta decisión a causa del proyecto de reconstrucción de una estación de metro situada cerca del centro, por miedo a que tuviera un impacto negativo en la estética arquitectónica del barrio. Finalmente, la reforma planificada se modificó para reducir los edificios más altos a 60 metros.
La capital austriaca cuenta con un gran número de edificios emblemáticos que datan desde la época romana a la del ‘Art Nouveau’. En la zona de la Antigua Viena se levantan construcciones como la catedral Stephansdom, que conserva en su interior importantes obras medievales; la iglesia gótica de Deutschordenskirche, donde se guardan objetos procedentes de colecciones de aristócratas alemanes; la Figarohaus, donde vivió y compuso grandes obras Mozart; la iglesia Dominikanerkirche, que fue reformada completamente en 1630; y las calles Schonlaterngasse y Domgasse, entre otras.
También la denominada Viena Imperial aporta un importante valor patrimonial a la ciudad. El monumento de Pestsaule, erigido tras la peste de 1679, los vestigios romanos de Michaelerplatz, la calle Kohlmarkt, diseñada por el arquitecto Hans Hollein, o el Hofburg, la sinuosa fachada de la Michaelertrakt, son algunas de las construcciones más singulares del centro. Todo ello sin olvidar el grandioso Teatro de la Opera, que se ha configurado como el corazón de la vida cultural vienesa; el Café Museum; la estatua de Marco Antonio; el edificio de la Secession; la iglesia barroca Karlskirche; los arcos de la colina, de Henry Moore; los Jardines de Karlsplatz; o los bosques y prados de Prater.
En definitiva, todo un conglomerado de valiosas edificaciones que forman, con una total armonía, un nuevo centro histórico catalogado como Patrimonio Mundial.