
Ferraz manda en el PSM y Gómez saca pecho
El XXXVII Congreso del PSOE ha sido un cónclave negro para el municipalismo, especialmente para el madrileño, cuyos representantes han comprobado una vez más que en Madrid sólo hay cabida para la política y los dirigentes del ámbito nacional.
En el Congreso de exaltación de Zapatero tocaba hablar de aborto, de inmigración o laicidad, tema este último muy matizado y en el que Izquierda Socialista tuvo que rebajar sus exigencias para que su ya histórico representante, Juan Antonio Barrio de Penagos, mantuviera su puesto en el nuevo Comité Federal.
No tenía, sin embargo, cabida, pese a ser uno de los compromisos electorales de Zapatero tanto en el 2004 como en el 2008, hablar de esa eterna asignatura pendiente en que se ha convertido la financiación local. Desde la misma mañana en que se dio el pistoletazo de salida al cónclave del cambio, el PSC, con José Montilla a la cabeza, hizo lo indecible por poner freno al debate de las exigencias financieras de los ayuntamientos socialistas de toda España, por temor a que ello eclipsará su prioritaria demanda de más trasferencias para Cataluña.
El crispado rostro del presidente de la FEMP y alcalde de Getafe, Pedro Castro, a quien le correspondía lidiar con el miura de la financiación, era el más claro exponente de que en el 37 Congreso definitivamente no tocaba acuerdo alguno sobre las transferencias económicas a los ayuntamientos. Hubo declaración de intenciones, compromisos de abordar en un futuro el tema de las la financiación local, pero ni una sola resolución al respecto. Una vez más, el municipalismo volvía a ser uno de los grandes paganos de la política del PSOE de Zapatero, definitivamente “regenerado” generacionalmente con la “ascensión” de Leire Pajín al olimpo de Ferraz como nueva y poderosa secretaria de Organización.
Pero lo peor para el poder local y autonómico madrileño, cuyos dirigentes estuvieron mucho menos locuaces que en otras ocasiones, llegó con la designación de los agraciados con el ansiado estatus de miembros de la dirección Federal.
Sí alguno de los dirigentes del PSM albergaba dudas sobre quien marca las directrices del partido en Madrid, en el último Congreso habrán podido sobradamente constatar que su secretario general, Tomás Gómez, ha cedido a Ferraz la última palabra en lo que concierne al socialismo madrileño.
El Federal ha tenido a bien “premiar” a Madrid con cinco representantes en la cúpula socialista, sí exceptuamos el nombre de Alfredo Pérez Rubalcaba, una de las personas que más ha movido los hilos políticos de lo que ha acontecido durante años en su partido en la Comunidad del oso y el madroño (ahí está para demostrarlo el liderazgo que ostentó Jaime Lissavetzky en la extinta FSM).
El quinteto de madrileños elegidos por Zapatero, poco o nada tienen que ver políticamente con la región que representan, por mucho que Tomás Gómez saque pecho exhibiendo el logro conseguido con la incorporación por parte del inquilino de La Moncloa a la Comisión Ejecutiva Federal de nombre como el de Elena Valenciano, actual secretaria de Política Internacional y Cooperación, cuya trayectoria está vinculada a los temas internaciones y no al terruño que la vio nacer.
Danto esplendor al “triunfo” del secretario general del PSM, se encuentra también Antonio Hernando Vera, secretario de Ciudades y Política Municipal, cuya designación se debe sin duda a su estrecha vinculación con el todopoderoso José Blanco.
El palmares madrileño lo completan la dominicana Bernarda Jiménez, Integración y Convivencia; Pedro Zerolo, repitiendo en Movimientos Sociales y Relaciones con ONGs, que llegó a la política de la capital de la mano de Trinidad Jiménez pero nunca por iniciativa del PSM; y, por fin, Maru Menéndez, cuyo fichaje como vocal de la Ejecutiva es el único que se atribuye a la mano de Gómez, aunque algunos piensen que en el ascenso de la sindicalista y actual portavoz en la Asamblea de Madrid haya pesado, y mucho, las estrechas relaciones de Blanco con el secretario general de la UGT, Candido Méndez.
Los nombres de otro ilustre quinteto de madrileños se añade al “cajón de sastre” del Comité Federal, y nuevamente aquí el perfil de los agraciados tiene más arraigo en la política nacional que en la de la autonomía de las estrellas, con la salvedad de la ex alcaldesa de Torrejón, Trinidad Rollán, y el histórico Juan Barranco, quien ha logrado esquivar la guadaña de Ferraz que ha descabezado a veteranos dirigentes como José Acosta o Joaquín Leguina, gracias a haberse convertido, según dicen, en uno de los principales consejeros áulicos de Tomás Gómez.
Los tres nombres restantes son el de la ex ministra Cristina Narbona; el del ex portavoz parlamentario Diego López Garrido; el del representante de IS, Juan Antonio Barrio de Penagos, que debe su presencia a ser de una de las pocas corrientes que tienen cabida en el PSOE, que a su pedigrí madrileñista. Como se ve todos ellos personas con poco arraigo, exceptuando a Narbona, con la política de la Comunidad de Madrid.
Ni rastro, eso sí, de dirigentes autonómicos o municipales de la región en la que reinan los populares Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón, y aunque las caras, en esta ocasión más que nunca, eran el espejo del alma, pocas fueron las críticas públicas a Gómez por su “complacencia” hacia el intervencionismo de Ferraz. Y es que el que más y el que menos espera que el premio de obtener un asiento en el Federal le llegue con los representantes que se elegirán tras el Congreso regional que Madrid celebrará a primeros de septiembre.
Los únicos aquelarres que pudieron visualizarse y oír en el clausurado XXXVII Congresos (dejando a un lado claro está las sarcásticas andanadas de jubilados forzosos como Rodríguez Ibarra) fueron los de Rafael Simancas y su pequeño grupo de seguidores, alcaldes algunos de ellos, como el regidor de Villalba, Pablo González, o el de Leganés, Rafael Gómez Montoya.
El Federal con Blanco a la cabeza, en lo que se ha entendido como un claro apoyo a la figura de Gómez, daba definitivamente la espalda en el Congreso al simanquismo, defenestrado de la dirección con la salida de la Ejecutiva de un compungido Andrés Rojo y el supuesto “veto”, atribuido al alcalde de Parla, para entrar en ella al propio Simancas.
La resaca de lo ocurrido en el “autocomplaciente” cónclave del PSOE se vive estos días con intensidad, confrontaciones y polémicas en el PSM. Las huestes de Simancas se “ríen” del peso que se atribuye en el PSOE Tomás Gómez, quien además de sentirse “orgulloso” de la aportación madrileña a la “hoja de ruta” del PSOE (increible, pero cierta la afirmación), se ha apresurado a hacerse la foto con los representantes de la renovada Ejecutiva Federal para presentarlos como garantes de su futuro triunfo en la Comunidad en las elecciones de 2011.
El mensaje del líder del PSM y su quinteto es que José Luis Rodríguez Zapatero quiere reconquistar Madrid de forma prioritaria (el mismo interés que dijo tener en el 2003 y en el 2007) y para conseguirlo los representantes de la Ejecutiva trabajarán codo a codo con el PSM “a las órdenes” de Tomás Gómez. Se omite, sin embargo, que Ferraz con Blanco y Pajín a la cabeza “vigilarán” a su vez cada uno de los movimientos del jefe de filas del socialismo madrileño, que en septiembre deberá llevar a buen término el “cambio del cambio”, mandando al retiro a muchos de los actuales prebostes de su dirección. Eso o perder la confianza de Ferraz.