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Ferraz examina los nombres de la Caja

El tsunami que sacude la calle Génova, epicentro de las revueltas del PP, ha brindado un inesperado balón de oxígeno al líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, que poco a poco sale del búnker en el que se encerró tras el varapalo electoral del PSOE de Madrid en los comicios del 9-M.

Gómez vuelve de nuevo a asomarse, aunque tímidamente, al escenario regional, pero sin lograr todavía cuajar como un referente político serio de oposición a Esperanza Aguirre, protagonismo que al día de hoy siguen ejerciendo varios alcaldes del Sur de Madrid, y de forma especial el de Getafe, Pedro Castro, quien ha encontrado en su papel de “súper” regidor de la FEMP la mejor plataforma para azuzar a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Sin olvidar tampoco al portavoz de los socialistas del Ayuntamiento capitalino, David Lucas, y su constante incidencia mediática.

Lo que sí ha conseguido el secretario general del PSM es, gracias, eso sí, a la ayuda de Ferraz y a la orden expresa de José Blanco de guardar silencio a las huestes de Rafael Simancas, acallar el ruido de sublevación que se escuchaba en el socialismo madrileño contra Tomás Gómez hace escasas semanas. El arma, simple pero efectiva, del alcalde de Parla para rendir a sectores tradicionalmente beligerantes como el acostista, no ha sido otra que la de recompensar a su jefe de filas y “destronado” diputado, José Acosta, con un bien remunerado cargo en el Consejo de Administración de Telemadrid. Un gesto que, aseguran, ha dejado a la cabeza visible de esta corriente en la Asamblea de Madrid, José Cepeda, como se dice coloquialmente poco menos que hecho una malva.

Otro tanto ha hecho Gómez, al que cosas de la vida sus antaño críticos comienzan a ver menos sectario, con otra histórica del partido y también descabezada diputada en el Congreso, Dolores García Hierro, recompensada, al parecer, con una asesoría. Cargo que a buen seguro templa los ánimos de quien en su día quiso disputar al regidor parleño la secretaría general del PSM, el concejal del Ayuntamiento de Madrid, Manolo García Hierro.

Amainado, por tanto, en parte el temporal, la única y verdadera batalla pendiente de librar en el PSM es la de quienes se sentarán en el Consejo de Caja Madrid, auténtico meollo de las soterradas batallas que han librado Tomás Gómez y su grupo de alcaldes frente a Rafael Simancas y los actuales popes socialista de esta entidad financiera, véase Ramón Espinar o Antonio Rorero.

El tema, por peliagudo y por el calado político-económico que conlleva, está en manos del Federal o si se prefiere sobre la mesa de trabajo del poderoso secretario de Organización, José Blanco, que en actitud salomónica sopesará razones e intereses que avalan a unos y otros, para decidir, sin duda, lo que más beneficie, como siempre, a Ferraz. La decisión, en cualquier caso, va a ser la prueba del algodón sobre la que calibrar que peso e influencia tiene cada uno de los dirigentes madrileños enfrentados.

Reválida también para Tomás Gómez, y no de poca envergadura, será el Congreso regional que el PSM celebre tras el cónclave nacional, no porque haya indicios de oposición para que revalide el cargo de secretario general, si no por la “limpia” que, al parecer, anuncia en la actual dirección del PSOE madrileño. Un cónclave en el que el líder del socialismo madrileño espera “decapitar” a los acólitos de su antecesor en el cargo, entre ellos Francisco Pérez, secretario de Organización del PSM, que curiosamente ha canalizado el apoyo de los diputados más jóvenes de la Asamblea de Madrid (no de la “vieja guardia” como cabría pensar) lo que le ha convertido en la bestia negra de Gómez.

Pero el alcalde de Parla por el momento respira tranquilo, máxime después que el PP no de “lugar al aburrimiento, ya que todos los días cuando desayunamos nos divierten desde los periódicos”.
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