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Apuestas escritas en hielo

Anda el presidente Zapatero, que lidera la Liga de las encuestas, anunciando más dinero para las familias desde las viejas iglesias desacralizadas de Toledo. Se declaró hace tiempo seguidor del Barcelona y de la Ponferradina, pero hace de delantero holandés y blanco, hace de Van Nistelroy, que dispara a puerta pocas veces pero consigue que sean gol la gran mayoría de sus remates, sobre los pases medidos que le envía un Pepe Blanco del que no sabemos si le gusta el fútbol (si conocemos la afición merengue de Rubalcaba ) pero que está empeñado junto a los ocho miembros del Comité de Estrategia del PSOE, en emular a Guti.

El PSOE ha entregado el dominio de la campaña al PP y sale en tromba al contraataque con cada “balón – propuesta” que le roba a Rajoy, dejando al centro derecha sin espacio electorales sobre los que crecer, y a la izquierda de IU y Llamazares sin huecos laterales por los que intentar una recuperación del voto perdido.

El símil futbolístico sirve a la perfección en este casi inicio de la campaña oficial. ZP domina los gestos y si en el 2004 sus dos letras se convirtieron en el estandarte de una aparente nueva forma de dirigirse a los electorales, la decantación de ese mensaje simbólico ha llegado a la simple ceja en forma de pequeña pirámide. Se trata de convertir ese minúsculo promontorio piloso en el arpón con el que herir de muerte política al adversario gallego, al que le quieren aligerar el blanco de la barba para rejuvenecer su oferta. Y que mejores propagadores de esa imagen que aquellos que viven cada día de contar y hacer creíbles mil historias a los ciudadanos: los artistas. Cineastas y cantantes vuelven a poner de relieve que la derecha española no sabe entrar en ese espacio y que, canon digital al margen, es el socialismo – liberal inventado por Felipe González el que se ha quedado con el santo y la limosna.

Los dos grandes partidos vuelven a monopolizar la información y los debates: desde el PSOE se busca se contempla la casi desaparición de Izquierda Unida; y desde el PP han comprobado que todo el viaje en busca del “Grial” de La Moncloa lo deben hacer solos, por más guiños hacia el electorado que una despierta, rápida y agresiva Esperanza Aguirre copie la oferta educativa lingüística de Manuel Chaves y prometa crear un colegio en catalán en Madrid.

Son tantas las promesas económicas y sociales que se lanzan cada día que sólo cabe una explicación: los candidatos se comprometen a cumplirlas con su firma sobre una barra de hielo, que se derretirá tan pronto se llegue al día 10 y sobre la victoria haya que pactar primero la investidura y el programa de gobierno, y más tarde la salida a la mala situación económica en la que nos ha metido la voracidad financiera de algunos gestores de Wall Street y sus epígonos de Europa. Una situación que aún no ha tocado fondo ni en desempleo, ni en restricción del consumo, ni en escasez de dinero en los mercados. Si bien es verdad que para que se cumpla uno de los primeros requisitos para la salida de esta “crisis” bastará con que Alemania deje de oponerse al recorte de tipos desde el Banco Central Europeo y Jean Claude Trichet imite a sus colegas de la Reserva Federal de Estados Unidos.

No hay dinero en las arcas públicas ( incluidos los fondos del Banco de España invertidos en el exterior y el superavit de los últimos años) para afrontar el rescate de las grandes compañías endeudadas hasta las cejas, la falta de liquidez en el sistema financiero, la oferta de dentista para todos, los miles de millones de euros articulados desde la Oficina económica de Presidencia sin pasar por el filtro de Pedro Solbes para estimular el consumo de las familias, la competencia en las desgravaciones fiscales…y así hasta el infinito, que aún quedan veinte días de campaña y seguro que la tómbola seguirá repartiendo premios. El que luego, en la dura resaca que nos espera a todos, se puedan cobrar es otra cosa.
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