José Catalán Deus | Lunes 20 de octubre de 2014
En enero pasado, los asistentes al Foro Arrupe, una iniciativa próxima a la Compañía de Jesús, escucharon al católico abogado de la Izquierda Socialista Manuel de la Rocha, decirles que “el PSOE quiere regular varias situaciones reclamadas por ciertos colectivos de la sociedad española”, en referencia al matrimonio homosexual, el divorcio simple, la investigación con células madre, la eutanasia, el rechazo de asignaturas religiosas fundamentales y “la financiación desigual de la Iglesia católica en España”.
Uno de los miembros, Jaime de Piniés, dijo que la única respuesta que cabía es que los católicos “tomen militancia activa en la defensa de sus convicciones, organizándose y saliendo a la vida pública para defenderse y defender sus ideas”.
El 19 de mayo pasado, SS Benedicto XVI mandó un mensaje a la Iglesia española, con ocasión de una peregrinación nacional por el primer centenario de la coronación de la Virgen del Pilar y el 150 aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, en el que recuerda a los reunidos el asunto central de su pontificado en el terreno social o de costumbres: “A María Santísima encomiendo toda vida humana desde el primer instante de su existencia hasta su término natural, y le pido que preserve a cada hogar de todo lo que degrada su dignidad y atenta a su libertad; y también que se respete la libertad religiosa y la libertad de conciencia de cada persona. Imploro a la Virgen Inmaculada con total confianza que proteja a los pueblos de España, a sus hombres y mujeres”. Toda actuación contra la vida humana, desde el primer instante de su existencia hasta su término natural, es decir, utilización de embriones humanos, anticonceptivos, aborto, eutanasia, sería “una injusticia social” que atenta a los derechos fundamentales. Es su mayor insistencia en estos primeros ochenta días.
Por tanto, hay que movilizarse, concluía: “Sé que la Iglesia católica en España está dispuesta a dar pasos firmes en sus proyectos evangelizadores. Por eso es de esperar que sea comprendida y aceptada en su verdadera naturaleza y misión, porque ella trata de promover el bien común para todos, tanto respecto a las personas como a la sociedad. En efecto, la transmisión de la fe y la práctica religiosa de los creyentes no puede quedar confinada en el ámbito puramente privado”.
El programa con el que Joseph Ratzinger ha ganado el papado está meridianamente claro, aunque los comienzos hayan sido cautos, propios del inteligente anciano teólogo llegado al trono católico. Tal como planteamos en el libro De Ratzinger a Benedicto XVI. Los enigmas del nuevo Papa, entendemos que vivimos una guerra ideológica en Europa, que Italia es la principal retaguardia del Vaticano y que España va a ser -como tan a menudo en su historia- probeta de ensayo, terreno de operaciones de una primera batalla.
Su propuesta está encontrando resistencias -muy minoritarias pero significativas- en todo el mundo, y también por supuesto en España.
En la Conferencia Episcopal Española, al parecer los 'ratzingerianos' son en este momento una activa minoría. De 70 diócesis y 120 obispos, sólo acudieron a la manifestación del sábado 18 de junio una minoría de 19, encabezados por el cardenal Rouco y el arzobispo Cañizares. Fue significativa la ausencia del presidente de la misma, el obispo Blázquez. El obispo auxiliar de Barcelona, Joan Carrera Planas, dijo lo que otros más arriba en el escalafón no se atreven: se están formando dos polos y la Iglesia católica se está incluyendo en uno; “significa que la mitad de España no nos verá con paz espiritual o curiosidad intelectual a causa de esta división política”, dijo Carrera, que añadía: “Haría todo lo posible para que esto no suceda”.
En esa línea, e incluso en una “Tercera Vía” puede estar el cardenal y arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo; y el Obispo de Calahorra, Juan José Omella.
Se insinúa en algunos ambientes insider o ‘bien informados’, que no hay diferencias de fondo en la Conferencia Episcopal; que son “de talante” y, probablemente, premeditadas para jugar todas las cartas. A Blázquez le tocaría hacer de dialogante y a Rouco de intransigente.
Algunos observadores extranjeros han detectado el 18 de junio lo que podría ser el surgimiento de un movimiento político social inspirado en la Coalición Cristiana de los años noventa en Estados Unidos. Si así fuera, estamos en el nacimiento de una derecha religiosa que trastocará el mapa político del país. El Foro Español de la Familia, y sus jóvenes impulsores, como Benigno Blanco y ‘mister Hazte Oir’, tienen detrás 700.000 firmas para empezar este camino que sectores de la sociedad española anhelan desde hace tiempo. En este sentido, no ha pasado desapercibida una carta pastoral del obispo de Huesca y Jaca, Jesús Sanz, con el título Ha nacido un pueblo. Un pueblo que “sale de la pasividad y el anonimato” -decía- para defender los valores cristianos.
Aunque se cree que pudo haber divergencias en la reunión de la Comisión Permanente del Episcopado el 22 de junio, la nota refleja unanimidad oficial. La misma unanimidad que expresó el Comité Ejecutivo del 9 de junio, donde si hubo disidencias no trascendieron. Por si hay dudas de los aires que corren en el Vaticano, el máximo aliado del Papa, el cardenal Ruini, apoyó explícitamente la manifestación de España diciendo que “la Iglesia no puede no tener en cuenta las circunstancias sociales en que vive. Cada tema que se plantea en la sociedad, como es el caso de los matrimonios homosexuales en España, la Iglesia tiene el deber de luchar para que se defienda la verdad. El matrimonio se compone de la unión de un hombre y una mujer. La objeción vale igual y es la misma cuando se habla de ‘matrimonio homosexual’ que de unión, porque en los dos casos se atenta contra la misma sustancia”.
La Iglesia... ¿Pero, se puede hablar de Iglesia española? Catalanes y vascos por su cuenta, una masa poco o nada participativa, un fuerte bloque neoconservador en torno a los movimientos eclesiales (del que se aleja el Opus Dei, más bien conciliador en estos momentos), y una minoría de ‘progres’ militantes. Esa sería la radiografía.
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