FIRMAS

La crisis

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
A diferencia de lo defendido hasta ahora por el vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes; a diferencia de las generalidades centradas solo en la bajada de impuestos y lanzadas por el portavoz del Partido Popular, Cristóbal Montoro, y lejos de peticiones tan “antiguas” y fuera de lugar como las realizadas por el ministro de Industria, Miguel Sebastián, (¿qué pasaría si los gobiernos británico, francés y alemán dijeran a sus ciudadanos que en lugar de veranear en España lo hicieran en su país o les aconsejaran dejar de comprar los coches producidos en nuestras factorías e incluso plantearan a esas empresas que abandonaran sus actuales instalaciones y se volvieran a sus matrices de origen?), y el gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, con su clásica y reiterada receta de intervenir en el mercado de trabajo con una mayor facilidad para los despidos, creo que se pueden tomar varias medidas para combatir la crisis.

Dentro del gigantesco problema mundial de “escasez financiera”, que padecemos por culpa del altísimo volumen de derivados financieros puestos en circulación en los últimos años por casi todas las entidades financieras, pero sobre todo por parte de los cinco grandes bancos de inversión norteamericanos, hoy desaparecidos o absorbidos por otras entidades, es necesario reequilibrar el balance que se mantenía hace quince años con la masa monetaria real, la que cada año sacan al mercado los Bancos Centrales y que estaría muy cerca de los 5 billones de euros según los últimos datos dados a conocer por, Aurelio Martínez, presidente del ICO.

Tenemos que ser conscientes de que el elemento básico para la puesta en marcha de ese macro plan se llama coraje político, atrevimiento político, voluntad política. Y que está en las antípodas del conformismo, la resignación, el fatalismo y la repetición cansina de ejemplos del pasado. Luego se verán sus aciertos y sus errores. Hoy por hoy más de los segundos que de los primeros pese a las continuas medidas puestas en marcha por el Gobierno de USA, y la Reserva Federal, con Ben Bernanke a la cabeza. Y con la esperanza de que el gigante China despierte de forma significativa y no solo en la Bolsa de valores y empiece a tirar del consumo y del comercio.

Lejos, muy lejos, del proteccionismo que algunas voces temerosas y “nacionalistas” están empezando a reclamar como soluciones populistas a corto plazo, y que creo sumamente dañino para la economía mundial y muy especialmente para la española. Y que de ponerse en marcha en varios países europeos y en zonas estratégicas para el crecimiento mundial, nos estaría llevando a escenarios de confrontación muy peligrosos, tan peligrosos como los vividos con las llamadas I y II Guerras Mundiales.

Es posible que desde el ámbito monetario la capacidad de maniobra sea muy pequeña, salvo que se cambien las reglas de juego y el papel que juega en Europa el Banco Central, cuyos responsables, digámoslo de paso, han errado completamente en las medidas tomadas durante los últimos dieciocho meses: Jean Claude Trichet y compañía subieron los tipos de interés de forma continuada , según ellos para combatir la inflación en la zona euro, cuando era evidente que la causa no estaba en el tirón de los precios o del consumo, dentro de uno de los dogmas más clásicos de la teoría económica y de los equilibrios a mantener entre oferta y demanda, sino que se había entrado ya en el segundo de los fenómenos que enseñaban hace 40 años en las Facultades de Económicas: la stangflación o estancamiento con inflación, paso previo de forma casi inexorable a la recesión y a un paso de la deflación. Fenómenos de apariencia muy técnica en su enunciado pero de efectos perceptibles y comprensibles para toda la sociedad, y que basados en movimientos concretos del mercado podemos denominar como “espiral del miedo”.

El estancamiento de la economía mundial era un hecho ya en 2006, agudizado en España a partir del segundo semestre del 2007 por el derrumbe acelerado de los dos motores que nos habían colocado a la cabeza del crecimiento en Europa durante la última década: el mal llamado “ladrillo” y el consumo interno. Ambos mantenidos merced a la masiva llegada de capital internacional bien como inversiones directas, bien como préstamos a nuestras entidades financieras y principales empresas en continua y agresiva expansión fuera de nuestras fronteras. Sirvió para el crecimiento pero colocó a España dentro de los países con un mayor endeudamiento por habitante, y que ahora nos está pasando la factura del crédito internacional y los altos intereses que nos cobran por “colocar” incluso la deuda pública.

Si no podemos tocar la moneda e incluso cuando vemos que la toca el Banco Central, con una caída acelerada del euribor, pero que no consigue que se traslade al coste real del dinero o de los créditos al aumentar los “puntos” de interés que cargan las entidades financieras, ante el propio precio del dinero que tienen que pagar ellas mismas; cuando vemos y comprobamos ese fenómeno lo que podemos hacer es mirar dentro de nuestras fronteras y ver que variables son las susceptibles de conseguir “liberar” dinero en los bolsillos de las empresas y particulares de forma que se active el consumo entre los últimos y se evite la descapitalización de las primera; y al mismo tiempo qué medidas pueden contribuir a evitar el colapso financiero hipotecario. Los tres fenómenos conducentes a la desaparición de las empresas medianas y pequeñas, al aumento acelerado y geométrico del paro, a un creciente gasto social imposible de cubrir durante mucho tiempo, y a la imposibilidad de destinar los recursos públicos al cambio de modelo económico pues el déficit impedirá políticas de innovación en otros sectores más dinámicos y competitivos.

La creación de motores alternativos al “ladrillo” es difícil en un país como el nuestro, con tanta servidumbre histórica del sector inmobiliario. Se necesita capital y tiempo. Y las dos variables conducen a un periodo no menor de veinte años. Algo que se debe emprender pero que es utópico pretender que cause efectos inmediatos en la sociedad y en el combate contra la crisis. Veamos algunas de las propuestas que creo viables para poner en marcha:
  • Escala fiscal para las empresas.- El Gobierno (los gobiernos) se pueden y deben mover en el ámbito fiscal. Algunos ya lo han hecho, otros lo han anunciado y España no tendrá más remedio que hacerlo, les guste más o menos a los actuales responsables, que colocan los ingresos del estado y el déficit como argumento frente a esa premisa, sin tener en cuenta que con los actuales tipos y tiempos, las empresas medianas y pequeñas, que representan la inmensa mayoría del tejido industrial y comercial del país, estarán abocadas al cierre con lo que no habrá ni ivas, ni impuestos de sociedades y sí un aumento de los gastos sociales por el “desembarco” de cientos de miles de personas en el paro.

    Miremos el ámbito empresarial: ¿por qué no establecer una escala impositiva en sociedades que vaya del actual 30 % al cero en razón de los ingresos y la facturación durante un periodo de tiempo que puede estar entre los 3 y los 5 años? . Y en la misma línea hacerlo con el iva, por sectores, volumen de negocio, tipo de producto, de forma flexible en el tipo y el tiempo, que vaya amoldándose a las circunstancias: el cien por cien de cero es cero, algo que deberían tener en cuenta los “programadores” ministeriales.

  • Paréntesis hipotecario.-Pasemos en ese mismo concepto tributario a las familias, lejos de la desvaída y poco efectiva medida hipotecaria de los dos años y la mitad y… que hasta hora ha dado resultado cero. Coloquemos un “paréntesis hipotecario” de cinco años para todos aquellos que no puedan hacer frente a su hipoteca. Durante ese tiempo “No Corren” ni el principal, ni los intereses. Y pasado ese periodo se vuelve a poner en marcha el reloj. Tras haber hablado de esa posibilidad o medida con los principales bancos y cajas y con parte de sus cúpulas directivas, estarían dispuestos a afrontar la fórmula, como medida para evitar más fallidos y engrosar su volumen de activos depreciados, siempre y cuando, claro está, el Banco de España no entrara en el tema de las provisiones. La gente ni perdería sus casas, tendría renta disponible para el consumo, y sobre todo generaría confianza, una de las premisas más importante a la hora de mirar el futuro. La economía, lo saben muy bien los economistas, es historia cuando mira hacia atrás y psicología social cuando mira hacia el futuro.
  • Cambio en el IBI.-Tenemos algún que otro impuesto que genera enorme descontento, desconfianza y malestar social, y en algunos casos incluso situaciones totalmente injustas como es el IBI, dentro del cambiante mundo tributario de las donaciones, herencias, sucesiones, etc. El IBI se paga no en razón de los ingresos, que son cambiantes a lo largo de una vida profesional y dentro del núcleo familiar, se paga en razón del precio de mercado de la vivienda, cuando la tributación ya se ha realizado en el inicio de la compra. Si en lugar del IBI, la tributación se hiciera sólo sobre los ingresos reales de la persona o el núcleo familiar, no se producirían las situaciones terribles de familias o parejas que cuando menores son sus ingresos, más impuestos deben pagar por habitar su casa. Y es sólo un ejemplo de otros muchos instrumentos tributarios que se han quedado obsoletos o terriblemente injustos.

  • El motor de la vivienda.- Esta parte está muy dirigida al principal motor de la economía española, que hoy por hoy y durante los próximos diez o quince años al menos no tiene recambio, por más que se inicien planes de sustitución, en un momento en el que las disponibilidades de inversión de las distintas Administraciones y empresas es muy reducido: el sector inmobiliario; no el de la construcción de obra pública que tiene un muy menor poder expansivo. En estos momentos podemos calcular que en España existe alrededor de un millón de viviendas que están sin ocupar, bien por no haberse vendidos las promociones, bien por no poder transmitirlas el inversor de los últimos años. De ese parque, el 80 por ciento o más está quedando en manos de las entidades financieras, que ya lo están sacando al mercado con descuentos del 20 por ciento, pero que apenas encuentran comprador dado el cambio brusco en la concesión de créditos hipotecarios por parte del sistema financiero en su conjunto.

    Mientras no se “consuma” ese parque es muy difícil que los promotores, ya sean inmobiliarias privadas, gestoras de cooperativas o empresas públicas, se pongan a desarrollar nuevas promociones. ¿Qué hacer?. ¿Esperar a que el mercado se active por sí mismo con nuevos y sucesivos descuentos que se encontrarán con el inconveniente de los precios iniciales (formados con hipotecas) y las necesarias provisiones que tendrán que realizar las entidades financieras. Con lo que demandarán nuevas ayudas al Estado mientras las empresas se encuentran colapsadas y el sector no genera actividad hacia otros segmentos como pueden ser los muebles, los electrodemésticos, etc, etc?.

    Las medidas planteadas desde el Gobierno a través del Ministerio de la Vivienda, desde la época de María Antonia Trujillo a la de Beatriz Corredor, tropiezan con unas normativas viejas y poco efectivas, aunque se hayan aprobado hace apenas un año. Y con la propia dinámica burocrática de los desarrollos urbanísticos, desde el suelo a desarrollar, a las aprobaciones de Ayuntamientos y Autonomías, los concursos…No menos de tres años, un tiempo que sobrepasa el propio tiempo de la actual crisis.

  • Alquiler con derecho a compra en 7 años.- Las Administraciones, central y autonómicas, tienen un instrumento directo para intervenir en el proceso de salida de ese stock al mercado: las agencias de alquiler, si bien es cierto que habría que modificar la actual Legislación para hacerlas más efectivas y acortar los tiempos de ejecución y salida al mercado. Pongamos un ejemplo de algo que ya está ocurriendo: en el municipio toledano de Seseña, donde el conocido promotor Francisco Hernando, más conocido como “el pocero” ha “pagado” parte de su deuda a las entidades financieras con viviendas, a razón de unas seiscientas por entidad, hasta situarse en el entorno de las tres mil. Si en lugar de esperar esas entidades financieras a que cambie el ciclo y mientras tanto se puedan ir vendiendo poco a poco, con cada vez mayores descuentos hacia los “seleccionados compradores”, y con clara incidencia en todo el proceso de deterioro financiero del sistema que mencionaba en los párrafos anteriores (las normativas del Banco de España se han demostrado ineficientes y obsoletas por más que se insista en mantener el espejismo de la “sólida banca española”, el Gobierno autonómico de Castilla la Mancha, de José María Barreda, podría ayudar a sacar esas viviendas en alquiler, con un acuerdo con los Bancos y Cajas, bajo la fórmula de alquiler con derecho a comprar, con un alquiler muy bajo, que cubriera sólo un interés preferente durante digamos siete años. Se podría ir eliminando esa bolsa, lo cual permitiría el inicio de nuevas viviendas con criterios totalmente diferentes a los del inmediato pasado: más baratas, más pequeñas, con menor incidencia del precio del suelo en el precio final, sin tantas trasbas administrativas y sin tanto “provecho” para los Ayuntamientos, que al fin y al cabo se traslada al consumidor final del producto en las llamadas viviendas libres. Se activarían de forma inmediata otros sectores que concurren en la vivienda, desde muebles a electrodomésticos, etc, y comenzaría a moverse el hoy por hoy principal motor económico del país, que insisto, no tiene sustituto.


Bases para explicar la crisis

Abordaré ahora y de forma muy sucinta lo que a mi entender ha pasado en la última década; quienes son los máximos responsables del desastre final llevados por la avaricia y el desequilibrio político y económico producido tras la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, fenómenos que fueron saludados por algunos como “el fin de la historia” y de las tensiones internacionales, con el resultado global que todos conocemos; quienes han fallado de forma estrepitosa en los necesarios controles que todo sistema humano debe tener, también por colocar al mercado como supremo garante social y enfrentarlo al estado al tiempo que se menospreciaba e incluso se tendía a diluir el papel de los políticos y los partidos en el juego democrático de la sociedad; y qué papel juegan en estos momentos cada uno de esos actores, tanto a nivel mundial como dentro de España:
  • 1.- El sistema monetario y el sistema financiero: durante la última década y sobre todo –insisto- tras la desaparición del “Muro de Berlín”, que fue la constatación del hundimiento de un sistema del que nadie dijo que había que salvar o reinventar, el llamado capitalismo, el gran rival del “socialismo real” se desarrolló hasta sus últimas consecuencias, el capitalismo financiero transnacional o mundial. Algo que se pronosticó hace más de cien años por dos pensadores a los que se les ha enterrado bajo las cenizas de las nefastas experiencias políticas comunistas que nacieron de las revoluciones y guerras del inicio del siglo XX, sobre todo en la Rusia zarista y la China milenaria, Carlos Marx y Federico Engels. Algunos párrafos del “Capital” (sin que reivindique su lectura a nadie y menos a los dirigentes políticos y económicos) son muy esclarecedores de cómo el capitalismo financiero internacional, que dejaba a un lado y sorteaba los controles de los estados, cuando no los destruía desde dentro, representaba una fase más del desarrollo social, era inevitable y la antesala del estallido del propio sistema, de la misma forma que fenómenos parecidos habían ido acabando con etapas concretas del desarrollo social, político y económico, desde la Grecia clásica hasta hoy, por hablar sólo de la Historia occidental y europea. Y ese desarrollo se hizo de forma acelerada a través de un sistema “monetario” paralelo al de la moneda real, la que emiten los respectivos Bancos Centrales, hasta alcanzar en cantidad y rapidez niveles nunca soñados.


Los hoy famosos derivados, a una parte de los cuales se calificaría más tarde de “tóxicos”, convirtieron de forma piramidal el sistema financiero a nivel mundial en un gigantesco mercado especulativo del que era muy difícil librarse o ignorarlo ya que multiplicaba los “beneficios” inmediatos para todos. Así las titulaciones, los bonos, las obligaciones y demás “descubrimientos” financieros pasaban de mano en mano, en cuestión de minutos, de un lado al otro del Globo, engordando la especulación y sin apenas base real de valor económico. Todo valía lo que se decía que valía y el siguiente en la lista de “compradores” admitía, no lo que valía en realidad, ya que no se negociaba con monedas o bienes traducidos a moneda real. Se negociaba con “papelones” y apuntes, sin controles de las respectivas Administraciones y con la ceguera cómplice de las llamadas agencias de valoración de riesgos. Las mismas agencias que no vieron o no quisieron ver el desplome de Goldman Sachs, Merrill Lynch, Salomón Brothers y así hasta el infinito, a las que habría que sacar del mercado durante muchos años y que todavía se permiten analizar el futuro con absoluta desvergüenza hacia su más reciente pasado. Y estoy pensando, por ejemplo, en Standard & Poor‘s y sus famosos triples A.
  • 2.- Fallaron los Bancos Centrales.- Lo mismo cabe decir de los Bancos Centrales: No se enteraron de casi nada, no hicieron nada y se limitaron a contemplar el fenómeno como si de antropólogos se tratara: ni el europeo con el nefasto, burocrático y engolado Jean Claude Trichet a la cabeza, con sus camisas de rayas y sus cuellos blancos, que le debe el cargo al pacto entre Alemania y Francia en el nacimiento del euro como sucesor de Win Duisenberg, una sucesión que tuvo que esperar hasta noviembre del 2003 y su “absolución” de las acusaciones de “falsificación contable” en el escándalo diez años antes del banco Crédit Lyonnais; ni la Reserva Federal con Ben Bernanke o el Tesoro norteamericano y demás instituciones afines que han estado gobernados por los máximos responsables de Goldman Sachs tras abandonar la firma con indemnizaciones tan esplendidas como los 50 millones de dólares de Henry Paulson. Cifra muy parecida a la lograda por Jon Corzini, después gobernador de New Jersey, Stephen Friedman, luego presidente del Consejo Nacional Económico norteamericano, Robert Rubin, secretario del Tesoro con Clinton y que ha vuelto con Barak Obama, o Bob Steel, que fue uno de los subsecretarios del Tesoro. Muchos pirómanos financieros reconvertidos en bomberos de la crisis. Otra de las paradojas del poder: creo el problema, gano una fortuna con el problema, me pongo a resolver el problema y vuelvo a ganar una fortuna por resolverlo.


Subprime: el 6 por ciento.- La misma base del estallido de la crisis en el verano del 2007, las hipotecas inmobiliarias de altísimo riesgo ( las subprime inicialmente apenas representaban el 6% del mercado hipotecario norteamericano ) no respondían ni en su origen, ni en su desarrollo a la base de ese sector inmobiliario. Sirvieron en USA y en otros lugares y con otros nombres como otros productos o derivados financieros, con la peculiaridad de que estaban en la base de la pirámide invertida que se estaba construyendo y bajo la apariencia de medidas sociales y de reactivación del consumo.

Fenómenos que hay que ver en su nacimiento, no sólo en el final del ciclo que inauguraban, pues tanto en el fulgurante éxito de inundar los mercados con “efectivo” como en el posterior derrumbe, el tiempo es una variable más. Así el llamado en España y de forma despectiva “ladrillo” sirvió y ha servido para activar y relanzar economías junto al consumo interno. En nuestro país de forma clara, desde siempre, pero sobre todo desde mediados de los años noventa, cuando se utilizó en el último de los gobiernos de Felipe González y sobre todo en el periodo de ocho años de José María Aznar para salir de la crisis del 92, sin que ninguno de los gobiernos del PP o del PSOE hicieran nada para detenerlo.

Todo lo contrario. Los Gobiernos de Aznar y Rodríguez Zapatero, con ese ir y venir de Solbes – Rato – Solbes se manifestaron a favor de un cambio de modelo para hacer más competitiva la economía española, de invertir más en innovación y desarrollo y menos en cemento, de atraer a mano de obra cualificada y no extensiva como la de la construcción, pero la realidad impuso una norma: para crecer muy por encima de Europa sólo se tenía al motor del “ladrillo” aprovechando el efecto del baby – boom de los años setenta, y de una llegada masiva de emigrantes. Y ahí están las declaraciones del por entonces ministro de Trabajo Jesús Caldera, defendiendo que España debía buscar de forma acelerada los sesenta millones de habitantes.

El sector inmobiliario, que no las obras públicas, servía para crecer un par de dígitos por encima de Europa, y para aprovechar esa abundancia de liquidez en el sistema financiero nacional e internacional ( el 60% por ciento de los fondos se captaban en el exterior ), sin que desde esa base se tomaran medidas efectivas y presupuestarias para comenzar el cambio estructural de nuestra economía, alejarlo de la “extensividad” del ladrillo y llevarlo a la “intensividad” de la investigación, la innovación y el desarrollo. La paradoja es que se insiste en que hay que hacerlo ahora, cuando escasean los recursos, cuando el déficit público y las necesidades sociales se disparan, cuando caen en picado los ingresos tributarios de todo tipo, y cuando se sabe que en el mejor de los casos se tardará entre quince y veinte años para que puedan plasmarse sus resultados.
  • 3.- La pirámide invertida.- Si tuviéramos que reflejar el fenómeno y las diferencias entre masa monetaria y masa financiera, veríamos una pirámide con el vértice hacia abajo, en la que la parte más pequeña serían las monedas y billetes emitidos por los bancos centrales, ya sea en euros, en dólares, en yenes o en libras; y la más grande los miles de millones de dólares en cualquier clase de derivados. Que el epicentro del terremoto fuera Wall Street y que la Administración Bush terminara por quitar todos los controles oficiales para detectar el enorme riesgo sistémico al que se enfrentaba el mundo es la parte más pequeña de la historia. Siempre las grandes convulsiones de la Humanidad se han producido desde la capital del Imperio de turno.


Mientras en la pirámide uno el vértice de la misma representaría el momento del estallido de la crisis y se iría bajando y extendiéndose por todos los sectores de la economía y la sociedad de forma imparable, hasta alcanzar a todo el tejido empresarial y productivo; en la pirámide dos, en la que aparece con el vértice hacia abajo, éste vértice representaría el volumen monetaria real, el respaldado por los Bancos Centrales, mientras que la base que aparece arriba sería el volumen de derivados. Imposible de parar el contagio y la extensión en la primera; imposible de soportar por el sistema financiero internacional en la segunda.

4.- El sector inmobiliario, un derivado más: En todos los países y aún más en la España que va de la salida a la crisis de 1992 hasta hoy, el sector inmobiliario ha sido y es uno de los principales motores de la economía. Su efecto multiplicador, que no el de la obra pública, puede alcanzar y superar el 20 por ciento del PIB del estado en cuestión. Pensemos que la promoción de viviendas parte del suelo ( otro fenómeno en el que ningún Gobierno ha querido entrar a fondo, dejando que la base urbanística del mismo se eternice en Planes Generales que tardan años y años en desarrollarse produciendo un efecto inmediato y de cascada alcista en los precios de esa “materia prima” en la que apenas hay transformación y sí mucha plusvalía) sigue por la construcción, se extiende a sectores como el de la madera, el aluminio, el acero, la cerámica, para terminar en los de los electrodomésticos, ropa, muebles… un largo e inacabable etcétera que es capaz de movilizar a un país durante una generación, y absorbe ingentes cantidades de mano de obra, eso sí poco cualificada, que engrosa las filas de los sistemas de asistencia social y los tributarios, primero de forma positiva pero que, si llega la contracción, se convierte en un peso letal que es capaz de acabar con las reservas de cualquier país en muy poco tiempo.

En USA, en España y en el resto de Europa (por citar sólo las dos regiones más desarrolladas y democráticamente más consolidadas) el sector inmobiliario se convirtió en la gran panacea, en el motor de mil caballos capaz de conseguir velocidades de crecimiento inimaginables y en un tiempo record por su también capacidad de captar recursos financieros. El propio sector, desde el suelo a la vivienda, se convirtió en un producto financiero al que explotar de forma masiva y sin apenas hacer caso a las señales de intoxicación que iba presentando en los últimos 24 meses.

Prácticamente desde el 2006 los síntomas del enfermo se iban haciendo más y más evidentes pero la “gula” financiera, las vanidades personales y empresariales, las tentaciones de crecer y crecer, de “comer” y “comer” más y más derivados en forma de acciones, de millones de metros cuadrados de cualquier tipología, de viviendas y urbanizaciones que se extendían como los tentáculos de una ameba gigantesca por toda la superficie del país, sin mucho control una gran parte de las veces, con enorme retraso y especulación en otras, y con clara vulneración de la ley en algunos casos, pudieron con todo.

¿Quién se iba a quedar atrás en la veloz carrera emprendida?, ¿quién iba a renunciar a un crecimiento para el que no faltaba financiación y además con premio?, ¿quién no iba a solicitar una hipoteca para comprarse una casa, o dos, o tres para su uso o como forma de inversión?. Y todo ello con unos tipos de interés que se quedaban en el dos o tres por ciento tras haber vivido épocas superiores al quince e incluso al veinte. La tentación era irresistible, y el único, los únicos que podían y debían poner un poco de orden, de cordura, de sensatez, de cambio en el modelo, los gobernantes y las Administraciones ni supieron, ni quisieron.

5.- Mejor que en Bolsa.- ¿Para qué se iba a invertir en cualquier valor de la Bolsa cuando una vivienda doblaba y multiplicaba la inversión en unos meses?. Los primeros que lo vieron fueron los bancos y actuaron en consecuencia. Desde el primero al último. Lo vieron los promotores e hicieron lo propio. Lo vieron los ciudadanos que tenían unos ahorros o capacidad crediticia y se apresuraron a hacer otro tanto. Y lo vio y lo utilizó la Administración municipal sobre todo para hacer obrar y obras, gastos y gastos, y todo ello sin aumentar los impuestos a sus vecinos. Parecía el círculo perfecto. Francis Fukuyama tenía razón: se había acabado la dialéctica de la historia, se había acabado el viejo discurso de la tesis y la antítesis. La síntesis del único sistema político y económico posible se había hecho carne en el final del siglo XX. Y si quedaba algún heterodoxo que dudara, o se le despreciaba por insignificante y caduco o se le daba palo y tentetieso. La zanahoria y el palo para esos ciudadanos del mundo convertidos en burros de consumo compulsivo.

Ese crecimiento, esa expansión, esos cientos de miles de viviendas que salían al mercado bajo la explosión del “baby boom” de los setenta, llenaba las arcas de la Administración Central, de las Administraciones Autonómicas, de los Ayuntamientos. Era la borrachera total, todos ebrios: España crecía dos y hasta tres puntos por encima del resto de Europa. España creaba más puestos de trabajo. España era un misil disparado hacia un futuro en el que la diana estaba muy lejos. El llamado “milagro alemán” tras la II Guerra mundial se nos quedaba pequeño. José María Aznar sacó pecho por dos veces. José Luís Rodríguez Zapatero va por la primera. Y de Pedro Solbes pasamos a Rodrigo Rato para volver a Pedro Solbes y con Rato como ensoñación hoy para muchos millones de españoles. Más endogamia en la esfera pública y económica parece difícil.

1.500.000.000.000€

Puesta la crisis en números, la verdad es que asusta. Cojamos un sector de la misma y no por entero. Un mero ejercicio numérico al alcance de todos: de 1996 a 2006 se han vendido en España no menos de 400.000 viviendas por año, lo que nos daría en ese periodo la cifra de cuatro millones de casas. Pongamos unas hipotecas medias de 250.000 euros por vivienda, a un periodo de 20 años, y a un interés también medio del 4 por ciento. Si multiplicamos tendremos que 4.000.000 x 250.000 x 4% x 20 años nos darán la suma de 1.500.000.000.000 de euros. La traducción en pesetas se la dejo a aquellos que lo multipliquen por 166 y que vean la monstruosidad de billones de lo que estamos hablando. Es verdad que contra esas cifras de deuda están los activos, las propias viviendas. Lo que ocurre es que mientras la deuda está viva y en continuo progreso, los activos se han depreciado pongamos que un 20%. ¿Qué ocurre entonces?. Pues que el diferencial entre lo que creemos que tenemos y lo que debemos, sean los particulares, las empresas o las entidades financieras asciende a, por lo menos y sólo en el sector de la vivienda, a 300.000 millones de euros. Y esto para empezar a hablar.