Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
El presidente de Iberdrola sabe desde hace tiempo que Florentino Pérez es su principal enemigo para mantenerse al frente de la compañía energética. Recurrió a él y a la empresa que dirige, ACS, para blindarse ante posibles operaciones hostiles desde el exterior, para que no le ocurriera lo que ya le ha pasado (eso sí tras más de dos años de dura brega) a Manuel Pizarro en Endesa. Metió al “enemigo” en casa y no sabe cómo sacarlo. Es más, Ignacio Sánchez Galán ha visto cómo ante sus operaciones defensivas, basadas en la disolución del actual accionariado a través de compras y fusiones como la de Scottish Power, el presidente del grupo constructor y máximo accionista de Unión Fenosa pergeñaba pactos de toma de control con la francesa Suez y con La Caixa, estos dos últimos socios en Gas Natural.
Estamos asistiendo al asalto final, al gran combate entre dos pesos pesados: por un lado los principales accionistas, que según algunas fuentes del propio sector podrían controlar de forma directa e indirecta, en estos momentos, en torno 40% de la compañía; por otro el gestor que hasta ahora ha sabido mantener a la empresa fuera del alcance de los depredadores internacionales, mientras crecía hasta convertirse en una de las grandes de Europa, bien es cierto que muy por debajo de sus competidoras, tanto por volumen de negocio, como por ingresos y rentabilidades. Y sobre todo por debajo en expectativas de futuro y de tamaño.
Las dos compañías principales en la pugna, mientras tanto ven como sus acciones en Bolsa no paran de subir, rompiendo sus valores históricos. Ventajas que en el caso de ACS se suman a las ya conseguidas a nivel financiero por los tres grandes accionistas de la compañía: los hermanos March, los primos Alcocer y Cortina, y el propio Florentino Pérez. Con una parte de implicación política y búsqueda de apoyos gubernamentales a distintos niveles: por un lado se defendía la independencia de Iberdrola y su condición de posible “campeón nacional”; mientras que por otro se buscaba la complicidad de partidos y organismos autonómicos.