Nino Olmeda
Negocio Inmobiliario
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Nino Olmeda
La candidata del PSOE a la alcaldía de Madrid, Trinidad Jiménez, dijo hace unos días en el Club Siglo XXI, que su proyecto pasa porque "Madrid se convierta en una ciudad del conocimiento, que sea referente en el futuro de las nuevas tecnologías, que atraiga talento y que desarrolle su crecimiento futuro sobre la meta de convertirse en la capital del conocimiento del sur de Europa".
Este tipo de lenguaje sale también con mucha frecuencia de los labios de su principal contrincante en los comicios de mayo, Alberto Ruiz-Gallardón.
Puede decirse sin temor a errar que ambos juegan con las palabras para ponerle música a sus proyectos, con el sano objetivo de alegrar el oído de los ciudadanos. Algo tienen en común, aparte del parentesco familiar. Jiménez no cesa en su empeño de convencer uno a uno a todos los votantes madrileños, quiere sentir sus problemas. Quiere estar tan cerca de todos que se tendrá que multiplicar. Ha prometido, si es la próxima alcaldesa, presidir los plenos de las juntas de distrito de la capital. Parece difícil que esté en 20 sitios a la vez y casa mal su propuesta con sus intenciones descentralizadoras. Buena la intención, pero sobraría con comprometerse a que las demandas vecinales llegan a los jefes de distrito y con vigilar de cerca a éstos para que se lo curren con los ciudadanos.
Gallardón, que compagina como puede sus actuaciones como presidente del Gobierno regional y como candidato a la alcaldía, anunció que multiplicará por dos el presupuesto municipal dedicado a centros de Infantil y Primaria si es el sucesor de José María Alvarez del Manzano, lo que parece indicar que el actual alcalde tiene la educación pública en unas condiciones que requieren grandes esfuerzos en euros para ser de calidad.
Ambos, además de proyectos electorales, tienen más parecidos. Tanto Trinidad como Alberto parecen diferentes al resto de militantes del PSOE y del PP, tienen casi plenos poderes en sus candidaturas y las manos muy libres para quitar y/o poner a todo el que discrepa y no piensa milimétricamente como el gran líder. El número 1 del PP, en principio de Madrid pero todo se andará, lo ha tenido más fácil, porque en el PP funciona con un método consistente en que los dirigentes eligen siempre lo mejor para su partido y lo de consultar a las bases no lo contemplan porque no trae más que complicaciones. Trinidad Jiménez lo tuvo más complicado, porque "estos chicos de la FSM, con tantas familias decidiendo" le crearon algunos retrasos en sus decisiones, pero poco más.