FIRMAS

Los constructores regalan los oídos a Rato

Madrid/ Lope de Aguirre

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Rodrigo Rato
Que en la puesta de largo de los constructores, en la mayoría de edad democrática de la Confederación Nacional de la Construcción, que la pasada semana celebraba sus XXV aniversario; nacida en 1977, hija de la democracia y gérmen de la CEOE de José María Cuevas, después del sindicato vertical.
La ocasión era propicia. Tan destacada efeméride merecía una reunión al completo de la gran familia de la construcción. Allí estaban todos, 500 empresarios del sector, algunos con la familia. Estaban los grandes, los medianos, los pequeños y los minúsculos; los periféricos y los nucleares (más representados que presentes)... Todos pisando la moqueta del hotel Palace y esperando recibir la placa conmemotariva de tan señalada ocasión de manos del vicepresidente económico. ¿Tal vez el futuro presidente?
– ¿Será Rato?
– Será mejor que sea Rato.
– Parece que está en campaña porque viene de un acto de Paradores en Alcalá de Henares.
– No para. Está en plan candidato y va a por todas.
– Será si quiere Aznar.
– Yo creo que se ha destapado demasiado pronto y eso le puede perjudicar.
– Viene con Piqué, eso significa algo.
– ¿Qué hace aquí Piqué? ¿Por qué no está Cascos?
– Porque no le habrán invitado, supongo.
– Pero es Cascos quien tendría que estar aquí.


Así discurría el tiempo durante el trasiego de entrega de 150 placas conmemorativas a otros tantos constructores, ávidos de estrechar la mano del vicepresidente, que lucía su mejor sonrisa de candidato y ponía la mejor cara al caos que generó la búsqueda de su recuerdo.
Fue un acto conmemorativo agradable: 25 años y, para celebrarlo con ellos, el vicepresidente del Gobierno, quizás el futuro presidente; y el ministro de Ciencia y Tecnología. Y la medalla de oro a José María Cuevas. La situación era propicia para el alago. Un alago que de tan rimbombante sonaba a servil. Allí, el vicepresidente Rato era el excelentísimo vicepresidente del Gobierno, don Rodrigo de Rato. Aquello del "de" sonaba al pertinaz afán de Federico Trillo por hacerse llamar por su apellido completo y compuesto: Trillo-Figueroa.
Don Rodrigo de Rato por aquí, don Rodrigo de Rato por allá... Los parlamentos se convirtieron en una corriente continua de alabanzas a un vicepresidente henchido por tanta entrega y tan alto reconocimiento a su política económica y, a más a más, a la ortodoxia presupuestaria, de la que Rato se siente especialmente orgulloso.
"La contribución del sector de la construcción al crecimiento de la economía se ha basado, vicepresidente, y así lo reconocemos, en una sana combinación de políticas presupuestarias equilibradas (...) Vicepresidente, el Gobierno, con su impulso, ha propiciado una financiación ortodoxa de la inversión pública basada en principios de equilibrio presupuestario y, sin duda, ha contrubuido a generar confianza y empleo (...) Es lo que se ha venido a denominar el círculo virtuoso de los planes de inversión en infraestructuras: la financiación de los mismos sin violentar el equilibrio presupuestario".
La alabanza del presidente de la CNC, Juan Francisco Lazcano, en su discurso conmemorativo fue constante. Al punto que Rato no tuvo por menos que subir a la tribuna y comprometerse a mantener el ritmo de inversión pública en infraestructuras siempre que continúe trazándose el círculo virtuoso del equilibrio presupuestario y que la incertidumbre geopolítica –la frase más acuñada estos días– así lo permita.
Todos estaban encantados allí. Rato, agasajado por unos constructores que quieren verle como el sucesor de Aznar, o que al menos jugaban ese papel; y los empresarios de la construcción, encantados con la presencia y los compromisos del vicepresidente económico, Rodrigo de Rato.
Tanto fue así, que nadie echó de menos al ministro del ramo. La ausencia de Francisco Alvarez-Cascos fue clamorosa. Tan clamorosa y sonada como escasamente anhelada fue su presencia. En las mesas del Palace, entre las volutas del humo de los puros de la sobremesa, se dejó sentir sin disimulo el resquemor de los constructores con los modos y maneras del ministro de Fomento, con su actitud altiva y distante de un sector que es –destacan– la piedra angular de la economía o, como Rato mencionó cada vez que pudo y quiso, la locomotora; el que más trabajadores ocupa y el que más aporta al PIB.
A mayor abundamiento, los pequeños y medianos se quejan del desprecio y la distancia con que se les trata en el Ministerio; de la arbitrariedad. Dicen que al final las grandes obras son para las cinco grandes. Los grandes no estaban allí para argumentar lo contrario. Estaban sus representantes. La ausencia de los ilustres apellidos de la construcción, junto a la de Alvarez-Cascos, fue muy comentada esa tarde en los salones del Palace.