FIRMAS

"Especulación urbanística desenfrenada"

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Que un organismo internacional afirme que en España existe una especulación urbanística desenfrenada nos debe alarmar, aunque en esto de la especulación urbanística pocos países podrían tirar la primera piedra. Pero hay algo más preocupante que estas afirmaciones: lo más grave es que el importe medio de las hipotecas superó por primera vez en septiembre los 145.000 euros, un 11% más que en el mismo mes del año anterior, y que la deuda de los españoles por este concepto alcanza el récord histórico de 772,5 millones de euros.
Vivimos en un país que se endeuda fuertemente para adquirir una vivienda, y la deuda es proporcionalmente mayor en la Comunidad madrileña, porque los pisos en la capital están entre los más caros del territorio nacional.
El problema no es nuevo; se viene arrastrando varios años, sin que gobernantes y responsables hayan dado muestras de enfrentarse a él con eficacia. Hay quienes piensan que debe dejarse actuar al libre juego de la oferta y la demanda, pero en este caso se trata de un juego con las cartas marcadas. Los beneficios de las empresas inmobiliarias son astronómicos, aparte de los especuladores. Las mayores fortunas de los últimos años se han conseguido con la construcción y el mercado inmobiliario.
Hay una parte que justifica el encarecimiento de las viviendas, aparte del suelo, y es la mayor exigencia de calidad y seguridad en las viviendas. Pero si, como aseguran los expertos, el valor del suelo representa un 50% del valor de la vivienda, si hubiera oferta de suelo urbanizable a la mitad del precio actual, la vivienda podría costar un 25% menos y sería asequible a muchos que en la actualidad no pueden acceder a ella. Si esto fuera cierto, ¿por qué la Administración no resuelve el problema por el principio, que es el suelo? ¿No se podrían establecer los cauces necesarios para que el suelo no sea la principal fuente de ingresos de los ayuntamientos? Porque este es un factor que contribuye a agravar el problema de la vivienda, y en el que los responsables parecen mirar a otro lado.