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El aeropuerto de Barajas echa a volar

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
El pasado 4 de febrero por la noche, el personal de Iberia cerró los vuelos previstos para ese día y echó el candado en las antiguas oficinas de Barajas. Nadie se presentó a trabajar en su puesto al día siguiente. El 5 de febrero todos los trabajadores ya ocupaban su nuevo puesto en la terminal T4, el flamante proyecto que ha acaparado durante los últimos años gran parte del presupuesto del Ministerio de Fomento en infraestructuras aeroportuarias.

Aunque el proyecto de ampliar Barajas se gestó en 1992, en tiempos del ministro Josep Borrell, no fue hasta 1997 que el Gobierno popular de José María Aznar encarriló esta iniciativa, eligiendo el diseño presentado por Carlos Lamela y Richard Rogers. Ambos arquitectos pusieron su empeño en crear un edificio eminentemente práctico, aunque sin renunciar al carácter emblemático que la Administración deseaba. No en vano, España se ha convertido en uno de los escenarios más prolíficos en la aparición de obras arquitectónicas “de autor”.

El proyecto de Lamela y Rogers tiene una superficie de 1,2 millones de metros cuadrados, lo que le convierte en la mayor obra reciente de Europa. Una de las mayores preocupaciones de los arquitectos fue adaptar de forma armoniosa un edificio tan grande en el entorno. La composición lineal del proyecto busca un “diálogo” con el horizonte, mientras que el uso de grandes lucernarios procura iluminación natural incluso en los niveles inferiores del edificio. El sol, que tanta envidia despierta en latitudes septentrionales, también entra a raudales a través de grandes ventanales en las fachadas. La omnipresencia de la luz natural permite, además, reducir la dependencia de la luz artificial.

La apuesta por la transparencia se extiende también a la organización de los espacios interiores, cuyo carácter diáfano crea un largo espacio abovedado. Uno de los principales temores de Lamela y Rogers es que este volumen no apabullara a los pasajeros o, por el contrario, le desorientase. La solución adaptada para conjurar este peligro fue una estudiada orientación de los flujos de llegada y salida, que discurren a diferente nivel. Por otra parte, los pilares metálicos de la terminal están coloreados en una escala cromática, que facilita la orientación de los pasajeros en el dique.

Con estas características, la nueva terminal T4 está llamada a multiplicar la actividad de Barajas, hasta convertirle en uno de los aeropuertos más importantes de Europa. El ritmo de 75 movimientos a la hora se mantendrá hasta octubre. Una vez hecho el “rodaje”, Barajas incrementará el número de vuelos hasta los 90 a la hora, mientras que en 2007 alcanzará su máxima potencia: 120 movimientos a la hora. En ese momento, el aeropuerto madrileño podrá llegar hasta los 70 millones de viajeros al año.

El proyecto de Barajas ha supuesto una inversión de 6.200 millones de euros, según los últimos datos de AENA. Aunque el grueso de las obras se ha desarrollado durante los últimos años, el organismo gestor dependiente del Ministerio de Fomento contempla la inversión de unos 422 millones de euros en los presupuestos de 2006, la última partida que se llevará esta reforma del aeropuerto.

El remate de la ampliación será la llegada del Metro hasta la nueva terminal, un proyecto valorado en cerca de 80 millones de euros y que ha asumido la Comunidad de Madrid. La consejera de Transportes, María Dolores de Cospedal, se ha comprometido a que el primer suburbano llegará a la terminal T4 antes de mayo del año que viene.