Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Los pocos que acudieron, como los muchos que se quedaron en casa, sabían de sobra quién iba a ser el ganador de la contienda electoral: Hugo Chávez.
El Movimiento V República (MVR) -un montaje político del propio Chávez- se ha quedado con el 90% de los 168 escaños que estaban en litigio, ayudado por el boicot que los partidos de la oposición -salvo dos pequeños grupos de izquierdas y candidaturas locales- protagonizaron en los últimos días, retirando a sus candidatos y llamando a la abstención.
¿Qué hubiera pasado de haberse presentado los opositores? Hace ya mucho que no piso Caracas, pero tengo la impresión de que hubiera pasado lo mismo. El “Gorila Rojo” -como le llama algún tertuliano radiofónico- no habría cosechado el 90% de los votos, pero habría ganado. Y con cierta holgura. Cuesta creerlo, viendo lo que hace, dice y patina, pero Venezuela es así. El país ha abordado la consulta dividido en dos, entre opositores acérrimos y partidarios entusiastas de Chávez, pero sobre el terreno existe una gran desproporción de fuerzas, aunque cada vez son menos los que apoyan al presidente.
Las encuestas dicen que los ricos suman el 3% de la población y que la clase media representa el 17%. El resto del censo, 80%, son pobres de solemnidad, medio pobres o marginales. Esos números juegan a favor de Chávez, porque en la memoria de millones de venezolanos duele como una úlcera recordar que hace medio siglo y gracias al petróleo, Venezuela era uno de los países más ricos del mundo.
Lo que ingresó el país exportando crudo durante esas cinco décadas infames equivale a una veintena de Planes Marshall. Pues bien, todo ese dinero del petróleo fue dilapidado por una elite política, cuyos vástagos -todavía hoy- se permiten tomar el avión y cruzar el Caribe hasta Miami, para hacer la compra en el supermercado. Tiene su lógica que la mayoría de la población no tenga mucha fe en los dirigentes de una oposición que recuerdan bastante a los gobernantes del pasado.
Además de los números, juegan a favor del “Gorila Rojo” ciertos sentimientos. Son ya pocos los que se creen sus promesas, pero el ex militar sabe llegar al corazón de la masa con un discurso antisistema y elemental, que intercala chistes, béisbol y jerga popular. Chávez es vulgar, pero efectivo.
Sobre sus intenciones no dice nada, pero basta escucharle para hacerse una idea: “Estas elecciones han sido la tumba de los partidos políticos tradicionales; les llegó la hora de la muerte y de sus cenizas surgirán nuevos líderes y grupos de oposición".
Con los resultados a la búlgara del 4 de diciembre y aprovechando el desquiciado precio del barril de crudo, que está por encima de los 50 dólares, Hugo Chávez queda con las manos libres para modificar la Constitución a su antojo y perpetuarse en el poder. Seguro que dentro de poco vemos como se modifica la Constitución y se le permite presentarse otra vez. La tercera.