FIRMAS

Monarquía y democracia

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Celebrar el aniversario de la coronación de Don Juan Carlos como rey de los españoles supone brindar por la estabilidad, por la mayor época de progreso que ha vivido España en su historia, supone celebrar también la democracia, la Constitución, la descentralización, el Estado autonómico, el diálogo, el consenso, la paz y el entendimiento. Porque la historia de la monarquía actual es la historia de la democracia en España. La Corona es indispensable a nuestro modelo político, y la democracia es la mejor garantía de la monarquía.

Fue Don Juan Carlos quien dio la señal de salida a la democracia en España y también su primer impulso. Fue su figura la que impuso las dosis de calma y de sensatez necesarias para acometer una transición, a priori azarosa, en la que pronto, la desconfianza se tornó ilusión; el miedo, alegría, y las frustraciones apuntalaron las esperanzas de un futuro mejor.

La Monarquía parlamentaria que disfrutamos se ha demostrado como el mejor sistema político. La eficiente y discreta labor de Don Juan Carlos, siempre al lado de la nación, ha contribuido de forma indispensable al progreso político y social de estas tres últimas décadas.

Y no creo exagerar al decir que somos muchos, si no todos, los que mantenemos en la retina el recuerdo de un Rey firme, pasando la página de la Historia y desterrando los nubarrones que pretendían ensombrecer el brillo de la recién estrenada democracia. Los que ya entonces vivíamos la política con pasión adolescente, guardamos aquella enseñanza como uno de nuestros patrimonios más valiosos.

Como President de una Comunidad autónoma que fue reino, la figura de Don Juan Carlos tiene un valor excepcional. No en balde, entre los múltiples títulos que le distinguen está también el de Rey de Valencia, quizá por ello los valencianos nos hemos sentido siempre tan próximos a la Casa Real que nunca ha escatimado, por su parte, las muestras de cariño hacia este pueblo.

La presencia de algún miembro de la Familia Real es casi constante en tierras valencianas, compartiendo nuestros éxitos y haciendo suyas nuestras preocupaciones. Asistiendo al progreso espectacular de esta región o disfrutando de la alegría de nuestras celebraciones populares. Al frente del jurado de los prestigiosos galardones científicos Jaime I o a bordo de una de las naves de la Copa del América. También en los momentos difíciles, la presencia y el aliento de los monarcas, está presente.

La vinculación de la Casa Real con nuestra Comunidad no se demuestra sólo en los actos oficiales, sino que tiene una proyección de perpetuidad. Dos de los cuatro elementos magníficos que conforman la Ciudad de las Artes y las Ciencias llevan sus nombres: el Museu de les Ciències, Príncipe Felipe, y el Palau de les Arts, Reina Sofía. Ambos edificios son sin duda la apuesta de futuro más importante, un futuro que ofrece seguridad y prosperidad desde nuestro sistema de monarquía parlamentaria, al abrigo de la Constitución y con los principios de lealtad y solidaridad que siempre han regido nuestro destino.

Y qué mejor celebración de estas tres décadas de monarquía que el nacimiento de la heredera, de la que será futura Reina de España y que asegura la continuidad dinástica.

Permítanme que vuelva en este punto a referenciar mi Comunidad y que traiga a estas líneas a Doña Leonor de Aragón, madre de Enrique el Doliente -que fuera primer príncipe de Asturias- y que nació en el Real Monasterio de Santa María del Puig, distante apenas unos kilómetros de Valencia. Magnífica coincidencia que hace a la recién llegada Infanta, si cabe, un poquito más nuestra.

La Monarquía es hoy una institución moderna y renovada por las enseñanzas que en estos treinta años nos ha dejado Don Juan Carlos con su proceder recto y siempre en pro de España. Enseñanzas lúcidas que cobran actualidad en el devenir de los tiempos cuando se someten a revisión alguna de las claves de nuestra grandeza. Decía Su Majestad en 1978 con motivo de la sanción de la Constitución que "si los españoles sin excepción sabemos sacrificar lo que sea preciso de nuestras opiniones para armonizarlas con las de otros, si acertamos a combinar el ejercicio de nuestros derechos con los derechos que a los demás corresponde ejercer; si postergamos nuestros egoísmos y personalismos a la consecución del bien común, conseguiremos desterrar para siempre las divergencias irreconciliables y lograremos una España unida en sus deseos de paz y armonía".

Era y es la Constitución la garantía de solidaridad e igualdad más importante que tenemos. Es el epicentro exacto de la equidad por lo tanto cualquier alteración de la misma no puede sino desbaratar o cuanto menos alterar tan perfecto equilibrio.

Monarquía, democracia, Constitución, igualdad, solidaridad y progreso son hoy conceptos inseparables y que encuentran su razón en la comunión de todos ellos. Los treinta años que cumple nuestra institución monárquica es buena prueba de ello.

Es nuestra obligación seguir por la senda que abrió el Rey Don Juan Carlos en 1975 porque ya es un camino de éxitos y satisfacciones. Y modernizar nuestras instituciones al tiempo que avanza nuestra sociedad, pero asentando siempre ese progreso en los cimientos inquebrantables de la igualdad y la solidaridad, razón de ser de la democracia.

Quiero desde estas líneas felicitar a Sus Majestades los Reyes por estos treinta años de buen reinado, y no puedo evitar felicitarme como español y felicitar a todos los españoles porque este acierto fue de todos, como de todos ha sido el protagonismo de estas tres décadas, sin duda las más ilusionantes de la historia de España.

Y a los Príncipes de Asturias con el nacimiento de su hija, que reinará después de ellos la España que nuestros hijos entregarán a sus hijos.