Si de gallos se tratara y en los dos grandes partidos buscaran la mejor de las representaciones posibles, sin duda aparecerían en el cuadrilatero José Bono y Alberto Ruíz-Gallardón.
Si los deseos interesados y oportunos de dirigentes del PSOE y del PP, desde las sedes centrales de Ferraz y Génova, llegaran a cumplirse podríamos asistir dentro de quince meses a la gran carrera, la gran pelea por la alcaldía de Madrid.
Zapatero y
Rajoy tienen mucho que decir, y los dos protagonistas mucho que jugarse. Hace falta valentía, imaginación y por encima de todas las cosas, el deseo de proporcionar a los ciudadanos votantes la posibilidad de elegir entre dos purasangres de la política, dos nombres capaces cualquier día de asumir el título de jefe de Gobierno. En otros países (mírese a Francia) ya sucede desde hace muchos, muchos años.
Los dos aspiraban a dirigir los destinos de España desde el palacio de La Moncloa. Los dos son animales políticos, llevan toda una vida en la vida pública, han demostrado que ganan elecciones por encima de los votos que reciben sus respectivos partidos, y si uno, de ministro de Defensa, ha dejado bien claro que nunca va a perder su condición de heterodoxo y libre respecto a las políticas a desarrollar desde el Ejecutivo, dentro de la mayor de las fidelidades a las siglas que representa; el otro no le va a la zaga, y si de heterodoxia se trata, está más que dispuesto a mantenerla, por más gestos de aproximación y obediencia que muestre en público.
Uno y otro,
José Bono y
Alberto Ruiz Gallardón, se parecen y no tienen nada en común. De orígenes y postulados distintos, les une una misma ambición, un entusiasmo y dedicación sin límites por lo que hacen, su necesidad de tener equipos pequeños y fieles por encima de todo, y el deseo de llegar a la cúpula del poder político, así como su habilidad para sintonizar con amplias capas del electorado. Están en el centro izquierda y en el centro derecha, pero consiguen votos en las "dos aceras", al tiempo que despiertan los más agudos recelos entre sus propios compañeros de partido. Tantos como para cerrarles el paso al liderazgo del PSOE y del PP respectivamente.
Un combate, un enfrentamiento directo entre los dos, una pugna por la misma vara de mando, la del Ayuntamiento de Madrid, convertiría las próximas elecciones municipales y autonómicas del 2007 en un cara a cara digno de unos comicios generales, al nivel de los que tienen lugar en Francia, en Alemania o Italia. Dos aspirantes a alcalde que bien podrían ser jefes del Gobierno central. Una pugna hasta ahora inédita en nuestro país.
¿De quién es la idea, que se está extendiendo como una mancha de aceite por la capital del Reino?. De dos ámbitos: el socialista, de una parte de la directiva, que apuesta por jugar muy fuerte la baza madrileña colocando al frente de la lista a uno de sus mejores, por no decir el mejor candidato de cara a conseguir arrebatar al Partido Popular la joya de las capitales, y con el argumento de que el actual titular de Defensa no se va a mantener en ese puesto otra Legislatura ( en el caso de que
Zapatero repitiera victoria ), ni parece probable que ZP le diese el cargo de vicepresidente. Bono "no ha sido consultado", pero el entorno del presidente y del secretario de organización del partido lo ven como una buena jugada electoral, "si de verdad en el PSOE queremos ganar Madrid".
La mayor de las pegas a esa operación está en el propio interesado, y la otra en la actual configuración del PSM (antes FSM ) donde los guerristas de
José Acosta vuelven a tener mucho que decir y no estarían dispuestos a "aceptar" al expresidente de Castilla la Mancha, por un lado, y en
Rafael Simancas, que vería su candidatura autonómica en peligro por el deseo de
Zapatero de combinar hombre y mujer en la candidatura.
En el ámbito del PP la situación es más fácil por el lado de
Gallardón, ya que es el actual alcalde y si decide continuar va a ser difícil moverle de la listas; y más difícil en cuanto a que dirigentes populares muy vinculados a
Esperanza Aguirre están trabajando en pro de un vuelco en las candidaturas, pretendiendo que
Mariano Rajoy imite a
José María Aznar, pero al revés: si el expresidente sacó a
Gallardón de la Comunidad para colocarle en la pelea por el Ayuntamiento, se trataría de repetir y que
Esperanza Aguirre encabezara la oferta popular en la Villa y Corte.
Para ello, aducen los adictos y propagadores de la idea sería necesario que desde la sede nacional de Génova se dieran varios pasos: en primer lugar que se ofreciera a
Angel Acebes la posibilidad de gobernar en Castilla y León, sustituyendo a
Juan Vicente Herrera. En segundo lugar que se aceptara en el partido que el cargo de secretario general y número dos en las futuras elecciones generales fuera
Alberto Ruíz Gallardón.
En tercer lugar, que tanto
Esperanza Aguirre como el propio
Gallardón aceptaran ese triple movimiento, con el que desde la dirección nacional tratarían de recuperar el centro perdido, por un lado, y distanciar al candidato del PP en Madrid capital de los múltiples sinsabores de las mil obras públicas ( mil doscientas si sumamos las que se deben en la actualidad al Ayuntamiento, la Comunidad y el Gobierno central ) que motivan el enfado diario de los ciudadanos que las sufren.
Tal vez no llegue a plasmarse el enfrentamiento político entre
Bono y
Gallardón. Por motivos personales, partidistas o de coyuntura, pero sería la gran pelea, el gran enfrentamiento, la primera vez que dos pesos pesados con ambiciones presidenciales se disputaran la vara de mando de la primera capital de España. Los dos se jugarían mucho. Más
Bono que
Gallardón, sin duda. Los que ganarían serían los madrileños y el sistema democrático, que vería a dos líderes pelear de verdad sin guardarse nada en los bolsillos.
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