Alberto Delgado
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
El Gobierno de Rodríguez Zapatero está dando continuas muestras, si no de debilidad, sí de sus vacilaciones. Carece de firmeza en sus decisiones, y le sobran dudas. Esta actitud contrasta con la del Gobierno regional madrileño, que da a entender que sabe lo que quiere, y se esfuerza por ello.
El imparable aumento de los gastos de Sanidad ha hecho que el Gobierno central presente una iniciativa que ha sido inmediatamente criticada y contestada no sólo por las Comunidades del PP, sino también por algunas gobernadas por el PSOE.
La propuesta del Gobierno supone una subida del 10% en el impuesto sobre el alcohol, un 5% en el del tabaco, y la posibilidad de que las Autonomias suban hasta un 2% la factura de la electricidad, y hasta 48 céntimos de euro en el precio de los carburantes.
La respuesta de la oposición no se ha hecho esperar. La más rápida, y la más contundente, la de la Presidenta de la Comunidad de Madrid. Esperanza Aguirre ha dicho que no está dispuesta a cargar sobre el bolsillo de los madrileños gastos que corresponden al Estado. En esa línea insistieron dirigentes regionales del PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, quien ha calificado la propuesta de “chapuza grotesca y carente de rigor y seriedad”. Pero también en las regiones gobernadas por el PSOE han surgido discrepancias, por diferencias ideológicas con el modelo (Extremadura), por insuficiente y excesivamente costosa (Cataluña), por superficial (Castilla-La Mancha), o por no ser la solución (Galicia).
Ante esta acogida, y como ha sucedido en otras ocasiones, el Gobierno da marcha atrás, y la Vicepresidenta Fernandez de la Vega explica que la propuesta se retirará si no consigue apoyo suficiente. Lo más sorprendente es que ha añadido que “el Gobierno mantiene su política de no subir impuestos”. ¿Es que los del alcohol, el tabaco, la gasolina o la electricidad no pueden calificarse como tales?. Gailbraith dijo que lo único peor que una decisión equivocada es una decisión sumamente retrasada. Habría que añadir que casi peor es una decisión vacilante.