FIRMAS

El vecino asesino

Alfonso Rojo | Lunes 20 de octubre de 2014
Ardo en deseos de conocer a Mustafá Setmarian, alias Abu Musab al Asuri, fundador de la primera célula de Al Qaeda en España

¿Conocen ustedes a un terrorista? ¿A alguien que haya asesinado a sangre fría, puesto bombas o torturado? Yo sí. Para ser exacto, unos cuantos; incluido un sujeto de cosecha nacional. No me estoy refiriendo a uno de esos arrepentidos, que recuperaron la cordura a medida que les crecía la panza y encontraban acomodo como funcionarios. El español a quien me refiero tiene ya una barriga que parece un tonel, pero no siente pena, y desde la prisión de Logroño donde sólo va a dormir de vez en cuando, anda cavilando cómo sacarle al Estado una pensioncilla con la que financiar sus vinos y cocochas. Se llama Manuel Murua, alias ‘El casero’.

Es una historia que encoge el alma, un crimen tan repugnante que cuesta creer que haya ocurrido. En 1973, una ventosa tarde de marzo, tres gallegos que habían llegado a Irún buscando trabajo y horizontes más amplios, deciden pasar a Francia para ver “El último tango en París”. A la vuelta, vislumbran las luces parpadeantes de una discoteca. Entran, toman unas copas, e intercambian bromas, ignorantes de que en una esquina varios pares de ojos les observan. Uno de los que mira es Tomás Pérez Revilla. Con el gerifalte de ETA estaban Ceferino Arévalo, alias ‘El ruso’, Prudencio Sodupe, alias ‘Pruden’, Jesús de la Fuente Iruretagoyena, Basacarte, y Murua.

Media hora después, cuando los gallegos salen al oscuro aparcamiento, los etarras los interceptan a punta de pistola, convencidos de que han atrapado a tres policías camuflados. A la mañana siguiente, después de haberlos torturado hasta la agonía y sabiendo ya que tienen en sus manos a tres simples emigrantes, los terroristas los rematan y entierran sus cadáveres. Los cuerpos nunca han aparecido.

La tarde en que subí hasta Logroño y traté de sonsacar a Murua, para que me revelara dónde ocultaron los cuerpos, sentí asco. Me desagradó el personaje. No siempre pasa eso. Hace ya bastante, me encontré a escondidas con Abu Abbas. El líder palestino, a quien el Mossad israelí acusaba de ser el principal intermediario entre Sadam Husein y los terroristas de las brigadas Al Aqsa de Al Fatah, también se había puesto gordo. Probablemente seguía siendo igual de malo que en su juventud, pero tuvo dos gestos que casi me conmovieron. Uno fue suplicarme, con cara de perro apaleado, que no revelase a nadie que nos habíamos visto en Argelia. El otro, quizá sincero, fue confesar que se arrepentía de haber arrojado al mar, con silla de ruedas y todo, al inválido norteamericano, Leon Klinghoffer, durante el secuestro del paquebote Aquile Lauro.

A quien no conozco, pero ardo en deseos de hacerlo, es a Mustafá Setmarian Nasar, alias Abu Musab al Asuri, que tiene el dudoso honor de haber fundado la primera célula de Al Qaeda en España. Es uno de los facinerosos más buscados del planeta.

Debo añadir que Setmarian, quien tiene 47 años y es pelirrojo, está casado con una mujer de Moratalaz y goza de doble nacionalidad. Es sirio y español, con pasaporte y todo. Intervino en los atentados islámicos de Casablanca, en el
11-M madrileño y se sospecha que también en el 7-J londinense. Si alguien lo ve, que avise. Compartiremos los cinco millones de dólares que ofrece la Casa Blanca.