FIRMAS

Blair: un hombre para la eternidad

Alfonso Rojo | Lunes 20 de octubre de 2014
Cómo juzgará la Historia a Tony Blair: como un excelso gobernante, como uno de esos primeros ministros cuyo nombre es difícil de recordar, como una sombra? Estoy absolutamente seguro de que pasará a los libros como uno de los grandes personajes de Gran Bretaña.

No porque haya cosechado el mayor éxito en la historia del laborismo, tras ser reelegido para un tercer mandato consecutivo, pese al desgaste de Irak, sino porque es un líder. Sus enemigos lo tildan de “frívolo”. Afirman que han sido su talento teatral y su sentido publicitario los que le han catapultado a la cumbre, pero que detrás sólo hay humo. Se equivocan, y la prueba más evidente de que subestiman al personaje es la forma en que ha reaccionado ante la masacre del 7-J.

Es mentira que los británicos esperasen algo así. No hay población, policía, periodistas o políticos de cualquier país occidental preparados para atentados como el 11-S, el 11-M ó los que ensangrentaron Londres el pasado 7 de julio.

Tony Blair ha demostrado que el horror es emocional e intelectualmente controlable. Esto es lo que ha distinguido a los británicos de los norteamericanos y los españoles.

Aquí en España los locutores de radio y televisión se han hartado de hacer referencias a la “proverbial flema inglesa”. Para empezar, Blair no es inglés, sino escocés. Nació el 6 de mayo de de 1953 en Edimburgo. Tampoco ha estado flemático, sino firme o estoico, si se quiere aplicar un término más literario. No ha caído en la tentación de sacar conclusiones apresuradas, no ha demostrado el mínimo pánico y ha tratado a la prensa y a los periodistas como lo que son, sin agonizar por darles titulares, exclusivas, reportajes o cifras.

Si alguien hubiera caído en la tentación de poner en solfa el carácter democrático del primer ministro, porque dosifica la información o se niega a montar comisiones sobre imprevisión policial, nadie le habría hecho el mínimo caso. Todo lo más, lo habrían embutido en una camisa de fuerza, por insensato. Los británicos, periodistas incluidos, no albergan dudas sobre la solidez de su sistema.

Su mujer, que es sin duda una de las personas que mejor le conoce, dice de él: “Lo más importante que Tony aprendió es que no necesita ser amado, es suficiente ser respetado”. Cherie no añade que Blair descubrió hace mucho que la prensa es inconstante, a pesar de lo que uno haga por conquistarla.

Durante los últimos veinte años, la capital británica ha albergado a los responsables y portavoces de las más sanguinarias organizaciones del terrorismo islamista internacional sin apenas cortapisas. El diario The Sun afirmaba este martes, en portada, que el Reino Unido ha dado la “bienvenida” a sospechosos de terrorismo, como el profesor egipcio Tariq Ramadán, a quien se prohibía la entrada en Estados Unidos e incluso en Francia. Según el popular tabloide, Ramadán ofrecerá una conferencia a los musulmanes de Londres, pagado con dinero de los contribuyentes. Es probable que cancelen el acto, pero dudo mucho que alguien se atreva a sugerir que en Scotland Yard, en el MI5 ó en el servicio de inmigración hay gente conchabada con los malvados. Blair es un buen jefe e inspira confianza.