PREMIOS EXITOS

Por un puñado de votos

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Asegura a las 24 horas de semicerrarse las urnas gallegas que se siente respaldado por su partido, algo que es medio verdad y medio mentira. Mariano Rajoy ha conseguido en los últimos siete días de campaña que Fraga no se hunda en la derrota que le anunciaban las encuestas de quedarse en la minoría de los 34 escaños; y él mismo se ha salvado del ajuste de cuentas que le esperaba dentro de su propio partido con ese resultado, lo que le permitirá, pase lo que pase el próximo día 27 con los votos de la emigración, poder moverse con mayor libertad interna respecto a la “herencia” personal y política de José María Aznar, y alejar hasta las futuras elecciones generales, los cantos de sirena que reclamaban el regreso de Rodrigo Rato del exilio dorado del Fondo Monetario Internacional para dirigir a los populares en su lucha por recuperar el poder.

Un Rato que, en su reciente visita a Madrid para recibir un premio, no mencionó ni una vez a Aznar, pese a la presencia en el acto de Ana Botella.

En el lado opuesto, Rodríguez Zapatero no ha conseguido que el candidato de Pepe Blanco, el hasta ahora derrotado, Pérez Touriño, logre los 28 escaños que los socialistas gallegos alcanzaron en 1989, pero sí que pueda presumir de tener el record de votos para sus colores, con las ciudades como punto fuerte frente al más “agrario” votante del PP; y que hasta se proclame vencedor y futuro mandamás en el Ejecutivo regional. Todo ello con permiso de los emigrantes americanos, que nunca se fueron del todo, y cuyo voto se comienza a cuestionar, dada su lejanía y su falta de contacto con la realidad de Galicia, algo que es más patente entre la segunda y tercera generación.

El puñado de votos (entre diez y doce mil, por los porcentajes de la Ley D’Hont y la necesidad del PP de tener casi un 40% más de restos que el PSOE en Pontevedra) que puede decidir para el Partido Popular la pérdida de uno o dos de sus antiguos escaños en esa provincia gallega, dará el color definitivo del próximo gobierno de la Xunta. De salida, lo tienen mejor los socialistas de Touriño que los populares de Fraga, mientras que el Bloque liderado por Anxo Quintana ganará en cargos de gobierno lo que ha perdido en las urnas. Salvo que la sorpresa salte en Galicia de la misma forma que saltó en Madrid en mayo de 2003, y con parecidas excusas a las esgrimidas por Eduardo Tamayo y los “balbases” para no votar a Rafael Simancas en la investidura: sus pactos con IU (en este caso con el BNG). Ese temor late debajo de la contenida euforia del secretario de organización del PSOE, pieza clave en ambos momentos electorales.

Los fríos números dicen que el PSOE ha logrado el tercer “mejor” resultado de su historia en Galicia, si lo comparamos con el PP. En las primeras elecciones de 1981 los populares les sacaron una ventaja de 107.793 votos y doce escaños, distancia que fue en aumento hasta los 522.243 votos y 27 escaños del año 1997, cifra record, para luego descender hasta los 194.862 y 12 escaños de este pasado fin de semana. Regreso a los orígenes, con la “diferencia” del BNG, que hace un cuarto de siglo apenas lograba un escaño y afrontará esta Legislatura con trece.

Dicen que en la pelea interna del PP ganan a los puntos los de la “boina” frente a los del “birrete”, que Cuiña, Baltar y Cacharro salen fortalecidos, ya que han perdido menos en sus feudos que los delfines auspiciados desde Madrid, como el actual vicepresidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en el suyo. Un análisis muy engañoso de cara a la necesaria y urgente renovación de la derecha en Galicia. Si bien es verdad que se ha mantenido, y bien, en las poblaciones pequeñas y más rurales, el descenso en las grandes ciudades le puede conducir al PP a un alejamiento del poder por muchos años.

Dicen los datos, que en el PSOE, la mano izquierda de Zapatero, su “alquimista”, Pepe Blanco, puede seguir presumiendo de “ganar” por votos o por poder, todas las elecciones en las que ejerce de responsable, desde que accediera al cargo en el año 2000; y ZP de mantener la “baraka” del éxito, a la que se refería con cierta sorna el antiguo hombre fuerte del PSOE y hasta “protector” de Zapatero, el hoy diputado de base, Alfonso Guerra, en un reciente entrevista televisiva.

Cabe esperar que si los socialistas pueden gobernar con el Bloque, desde la formación nacionalista no les quieran “cobrar” las mismas facturas que la ERC catalana de Carod Rovira al compañero Maragall; y que los deseos de “nación” expresados en la misma noche electoral por Anxo Quintana se ajusten a la reforma global de Estatutos que se está perfilando tras los pactos entre los dos grandes grupos en Valencia y Castilla-La Mancha. De no ser así, veremos en el próximo curso político dos trenes acercándose al palacio de La Moncloa a gran velocidad: en uno vendrán los Estatutos “nacionalistas” de Cataluña, Euskadi y Galicia; y en otro, los del resto del Estado. Salvo que, al ejemplo de lo sucedido en la primera Transición de la mano del entonces ministro Clavero Arévalo, el “café para todos” nos traiga 17 naciones dentro de España.

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