INTERNACIONAL

La ópera vuelve a la Scala tras dos años de silencio

Milán/Mónica Figueres

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
La Europa Reconocida”, del compositor italiano Antonio Salieri, sonó, bajo la dirección de Riccardo Muti, el pasado 7 de diciembre en la Scala de Milán y llenó sus salas como lo hiciera esta misma obra el 3 de agosto de 1778, en la primera inauguración del gran teatro.

Después de una inversión de 82 millones de dólares (unos 61,57 millones de euros) y 30 meses de obras, mejoras acústicas y restauración artística, incluida la reparación de los frescos y los paneles de pan de oro que decoran la sala principal, el teatro de la ópera más famoso del mundo ha reabierto sus puertas y ha sido de nuevo el punto de encuentro de personalidades del mundo del espectáculo, la política y la alta sociedad europea. Los trabajos, que no han estado exentos de polémica, ya que algunos grupos denunciaron que no se trataba de un arreglo, sino de un vaciamiento interior de lo que quedaba del edificio original, han afectado a toda la Scala. Se han tapizado en terciopelo rojo las butacas de los espectadores, se han desenterrado los escombros que quedaban en algunas partes del teatro como consecuencia de los bombardeos de 1943 y que habían quedado tapados bajo el pavimento, y se ha instalado un nuevo suelo de tarima flotante bajo el cual el ingeniero catalán Higini Arau, responsable de la acústica del Liceo de Barcelona, ha superpuesto varias capas de diversos materiales para mejorar la calidad del sonido.

Además, se ha restaurado el foso, se han eliminado las localidades de pie y se ha multiplicado por dos el número de asientos para los espectadores. En los palcos se ha recuperado el pavimento de cerámica original y se ha ampliado el escenario.

La reforma ha supuesto también la modernización técnica de las instalaciones, dotando a la torre escénica de la tecnología más avanzada, con un sistema de 20 elementos móviles que se controlan de forma electrónica y que son capaces de preparar tres escenarios a la vez.

Al margen de las reformas ‘invisibles’, o prácticamente imperceptibles, que han afectado al interior del recinto, la Scala de Milán ha sufrido algunos cambios externos que han sido el punto central de las críticas de sus detractores. Los que se opusieron a la reestructuración del teatro afirmaron que en lugar de restaurar lo que se debía conservar, se prefirió arrasar prácticamente con casi todo lo que había para llenar el espacio con ideas “non sanctas” del arquitecto suizo Mario Botta. Lo que ha levantado más polémica ha sido la torre de piedra con forma elíptica que domina la tradicional silueta del edificio, ya que algunos la consideran una mera firma del diseñador. Otros, en cambio, como el crítico de arte Vittorio Sgarbi, afirman que la torre es “la cosa más hermosa realizada en Milán en los últimos años”.

Lo que es cierto es que el interior es más moderno, amplio y renovado, con una acústica envidiable, y que su exterior no deja indiferente a nadie.