La presidenta del gobierno regional y el vicealcalde madrileño formaban un pequeño corro con otros dirigentes de su partido. La fiesta de presentación del periódico llegaba a su fin y era el momento de salir a la más que fría noche de la Casa de Campo. El periodista (me permitirán que hable en tercera persona para distanciarme en el relato del causante involuntario y testigo de la dura conversación) se acerca a saludar a Esperanza Aguirre y como broma tendente a disipar la escondida tensión que se vive, al tiempo que coge del brazo a Manuel Cobo, le dice a la presidenta:
- Me ha dicho Cobo que le vas a llevar en la candidatura como secretario general...
- Hasta el 27 todo es posible, como ya les dije durante la cena...
Seco y directo, sin levantar la voz, pero con una dureza extrema, Manuel Cobo no duda en intervenir:
- Mientes, Esperanza, tu sabes que no fue así, te opusiste desde el primer momento, no me querías a tu lado
- Manolo, lo que os dije al final –tercia la presidenta- es que esperarais...
- Te digo que mientes, te opusiste y estaba muy claro.- No, tu sabes que no era yo la que no quería, que había hablado con Pío y con Acebes y que ellos habían dicho que tu no podías ser
- Te vuelvo a decir que mientes. Eras tú la que no querías y de ahí vino todo.
- Bueno, estarás conmigo que la actitud de Alberto no fue precisamente conciliadora.
- Tienes razón, se pasó en la forma pero no en el fondo. Ahí tenía toda la razón. Se puso alterado al final...
- Manolo, tu no podías ser, yo no quería...- Ves como tú misma te contradices. Acabas de reconocer que tu no querías, y esa era la verdad, al margen de Pío y Acebes. Eras tú la que se oponía a que yo fuese secretario general...
Con la tensión en aumento, el periodista sólo pudo hacer de estatua contemplando un partido de tenis en el que los dos rivales no se daban ninguna tregua. El resto del corro, desde Antonio Beteta, refugiado en su pipa sin tabaco, a Ignacio Echeverría, amigo de Aguirre desde los ya lejanos tiempos del paso de la presidenta por el Ayuntamiento de la capital, contemplan la escena cada vez más nerviosos.
- Te diré algo más Esperanza – insiste en su duro ataque Cobo – os habéis portado de una forma miserable. No se pueden utilizar dossiers y mandarlos a los medios y lo habéis hecho.
- ¡Pero qué dices Manolo –eleva apenas el tono de voz Aguirre – Yo en mi vida he utilizado dossiers. Nunca lo he necesitado, ni entra dentro de mi forma de actuar, eso no es verdad!
- Es verdad –insiste el vicealcalde – y tenemos todas las pruebas. Hemos hablado con el periodista al que se le dio, en la revista Epoca. Sabemos todo el camino. Y era un dossier contra mí, que se levantó la misma mañana en la que se retiró mi candidatura.
- Te digo que nunca he utilizado esos procedimientos Manolo
- Dirás lo que quieras pero los datos están ahí.
- Mira Manolo, Esperanza nunca ha hecho cosas así –tercia Nacho Echeverría. La conozco de toda la vida y no se la pueden decir esas cosas.
- Tranquilo Nacho -le contesta cargado de sorna Cobo – que Esperanza es una gran política y no necesita que nadie la defienda.
- Ya lo se, pero es amiga mía y además se muy bien que nunca utilizaría esos procedimientos.
- Que te insisto Nacho, que tranquilo, que Esperanza sabe defenderse sola.
Unos invitados entran en el corro a despedirse de la presidenta regional y la conversación se corta. Es la hora de los adioses por parte de todos. Al periodista que ha ejercido de testigo e involuntario notario de las malas relaciones entre las dos “familias” del PP madrileño le asalta la imagen de la Ultima Cena con besos incluidos. Los que se dan los asistentes. La procesión y los juicios van por dentro.
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