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Una historia de amor que se quedó sin su final feliz

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Hace ya algún tiempo que Peter Eisenman visitó A Coruña para examinar de cerca el emplazamiento de la Ciudad de la Cultura, un edificio que le habían encargado diseñar. En aquellos días, el prestigioso arquitecto, gran aficionado al fútbol, recibió una invitación del equipo local, el Depor, para ir a ver un partido en Riazor y aceptó encantado. Sin duda, le gustó lo que vio desde el palco en el terreno de juego, pero seguramente cuando miró a su alrededor se dió cuenta de que había algo que no le convencía.

El Depor era un gran equipo y, como tal, necesitaba un gran estadio. Así se lo dijo al presidente del club, que aceptó orgulloso el ofrecimiento de Eisenman para diseñar “el campo de fútbol más impresionante del mundo”. Así nació el que ha sido conocido como el Guggenheim coruñés, que podría haber sido, como había asegurado el arquitecto, el estadio más llamativo del planeta. Tanto las autoridades del club como el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, coincidían en que “era una oportunidad única para la ciudad y para la región”, pero la historia no pudo ir más allá. Para construir el nuevo Riazor, el club necesitaba unos terrenos de titularidad municipal que el Ayuntamiento no estaba dispuesto a vender a la entidad deportiva y ahí terminó el sueño. En su lugar, se construirá un centro comercial que, por el momento, ha dejado sin futuro al estadio. Y así ha quedado el gran proyecto, que no pasó de ser una maqueta, aparcado en la recámara del Depor. La propuesta de Eisenman aprovechaba la belleza natural del perfil de la costa y la integraba dentro del recinto, que quedaría unido en perfecta simbiosis con el mar. El conjunto estaba unificado en base a tres elementos clave, un estadio, un hotel y un centro comercial, y estaba llamado a trascender el ámbito deportivo para convertirse en una referencia arquitectónica a la altura de las grandes obras contemporáneas. En el club blanquiazul no pierden la esperanza y, tal vez en un futuro no muy lejano, se pueda hacer realidad el sueño que, hace casi dos años, un prestigioso arquitecto les regaló.