FIRMAS

Correos: un monopolio

Villa y corte/Alberto Delgado

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
El servicio público de Correos acaba de ser multado con 15 millones de euros por el Tribunal de Defensa de la Competencia. Es la segunda mayor sanción tras la de Telefónica (57 millones en abril de este año). Pero el pasado año Correos había recibido otras dos multas del Tribunal, por 0,90 y 5,40 millones de euros, respectivamente.

Esta última multa se le ha impuesto por prácticas restrictivas de la competencia y un grave abuso de posición dominante. Correos ha sido, durante muchos años, un monopolio. Ahora sólo lo es en parte. Todavía lo ejerce en envíos interurbanos de cartas y postales de menos de cien gramos y en correo internacional. El resto está liberalizado. Pero la competencia se va eliminando a base de ofrecer sustanciosos descuentos a los grandes clientes, de hasta el 80% de las tarifas que se nos aplican a los pobres ciudadanos de a pie. A cambio -aunque Correos lo niega- parece que se solicitaba la exclusividad de los envíos. Ante esta “deferencia” tan sospechosa, los operadores privados han ido perdiendo paulatinamente cuota de mercado. Y, por si fuera poco, los usuarios se quejan de que el servicio ha descendido en eficacia.

Lejos están los tiempos, cuando en el Imperio español no se ponía el sol, en que un buen servicio de postas era fundamental, en lo político y en lo económico. Felipe II organizó un gran servicio de comunicación en sus dominios, con mucho el mejor de su época. Gracias a él pudo enterarse del resultado de la batalla de Lepanto “sólo” a los 51 días de haberse producido. Ahora, casi nadie pone telegramas -y el que lo hace encuentra las tarifas muy elevadas-, pero siguen mandándose cartas y envíos postales.

Que el Estado se responsabilice de servicios públicos esenciales: sanidad, educación, transportes,etc.- no quiere decir que lo tenga que hacer en régimen de monopolio. Liberalizar, abrir estos servicios a la competencia, es bueno para el mercado y, sobre todo para los consumidores y usuarios. Establecer “deferencias” en forma de descuentos abultados no parece que sea compatible con una sana competencia