Gema Fernández
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Como cada año por estas fechas, los quioscos se inundan de coleccionables de todo tipo. Muñecas, molinillos de café, barajas de naipes, juegos de lógica, cajitas, perfumes, plumas de diseño, relojes clásicos... y hasta chapas de botellas de champán llaman nuestra atención desde los quioscos.
Luego están los de “hágalo usted mismo”.“Fabrique el coche teledirigido de Carlos Sáinz”; “cree la maqueta a escala del barco con el que Colón descubrió América”; o “construya la locomotora a vapor más grande del mundo” son algunos de los mensajes que nos bombardean a diario desde la radio y la televisión.
A éstos se añaden los fascículos que supuestamente ‘regalan’ los diarios de información general o especializada para hacer la competencia al ‘vecino’. “La última moda del equipo Renault de automovilismo”, una colección de monedas o CD’s de música clásica, entre otros.
¿Es rentable hacer una colección de este tipo? Yo creo que, realmente, no. Si echas cuentas descubres que sale mucho más caro de lo que imaginas.
No obstante, a los promotores de tales colecciones sí deben salirles las cuentas pues, de lo contrario, ¿por qué la ‘vuelta al cole’ se une cada septiembre al inicio de nuevas colecciones que nunca se acaban? ¿Quién no tiene en su casa el primer DVD de la serie que tanto le gustó de niño o la cajita que aparecía el segundo fascículo de ese coleccionable? Es más, hay coleccionistas de colecciones inacabadas. Es decir, aquellos que sólo compran el primer fascículo.
Quizás el próximo año aparezca una nueva colección de estas de “hágalo usted mismo” que rece “construya su futuro hogar: con la primera entrega instrucciones de cimentación y los dos primeros ladrillos; en la segunda, la paleta para extender el cemento”… “Obtenga su propia casa, diseñada a su gusto, por tan sólo 6,50 euros a la semana”…
El problema, como siempre, seguirá siendo el suelo.