INTERNACIONAL

Arquitectura extraterrestre

Curiosidades/Gema Fernández

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Si está pensando en mudarse de casa, ciudad o país, puede tomar nota de un nuevo destino: la Luna… o quizá Marte, o Venus, o Plutón… No se trata de una broma, desde hace décadas, equipos multidisciplinares integrados por científicos, ingenieros y arquitectos trabajan en el diseño de establecimientos humanos permanentes en el espacio.

Existe una asociación, denominada Spacearchitects, que agrupa a arquitectos espaciales de distintos lugares del mundo. La propia NASA, a través de su división de Productos Espaciales Avanzados, mantiene una posición de liderazgo en este tipo de proyectos.

Ya en 1980 el empresario estadounidense Dennis Hope registró la propiedad de la Luna. Hope descubrió que la prohibición establecida por las Naciones Unidas en 1967, según la cual ningún Estado puede apropiarse de un planeta o una estrella, no se extiende a personas o empresas privadas, por lo que solicitó en un juzgado de San Francisco que se le adjudicara la propiedad del planeta lunar. Entonces, dividió su suelo en más de 3.122 parcelas iguales de siete kilómetros cuadrados cada una y comenzó a venderlas a través de la compañía Lunar Embassy, registrada en la Oficina de Patentes de Estados Unidos.

Hasta el momento, unos dos millones de personas procedentes de 180 países distintos han comprado un pedacito de suelo lunar. Entre estos arriesgados inversores figuran los ex presidentes norteamericanos Jimmy Carter y Ronald Reagan, y un miembro de la familia real británica, que han registrado la propiedad a nombre de su fideicomiso familiar para que el documento pase a las generaciones posteriores; y las cadenas hoteleras Hilton y Marriot, así como una veintena de compañías tecnologías afincadas en Sillycon Valley.

El precio de uno de estos pedazos de suelo lunar escasamente supera los 13 euros, una ‘ganga’ teniendo en cuenta el precio del metro cuadrado en cualquier ciudad española. Aquí lo difícil, y por tanto caro, es edificar.

Debido al alto coste de lanzamiento y transporte -poner en el espacio un kilo de cualquier cosa no cuesta menos de 8.300 euros- los arquitectos espaciales apuestan por emplear materiales lunares y sólo transportar la maquinaria y las herramientas necesarias desde la Tierra. Otra opción es ensamblar las piezas del proyecto en suelo terrestre y luego transportarlo a la Luna.

Los especialistas en construcciones extraterrestres explican que cualquier arquitectura espacial -ya se trate de estaciones orbitales o de edificios en superficie- debe tener en cuenta las especiales condiciones del ambiente lunar, donde los días y las noches duran el equivalente a 14 días terrestres, las lluvias de meteoritos son continuas, no existe capa de ozono (se dan altos niveles de radiación), las temperaturas son extremas (120ºC de día y 160ºC bajo cero de noche), y no existe atmósfera alguna, pero sí gravedad.

Sin embargo, algunas de estas características, que en principio podrían considerarse “hostiles”, ofrecen grandes posibilidades para el diseño arquitectónico. Gracias a la baja gravedad (seis veces menor que la de la Tierra) es posible diseñar construcciones con estructuras más sutiles y esbeltas.

Existen varios proyectos hoteleros para colonizar la Luna. El Lunatic, diseñado por el arquitecto holandés Hans Jurgen Rombaut, y un Hilton de 5.000 habitaciones son los más conocidos. Además, la constructora japonesa Shimizu, pretende instalar un hotel inflable flotante que giraría en una órbita lunar; mientras que la también nipona Nishimatu propone construir un complejo turístico en forma de caracol con una decena de torres inflables, y Obayashi perfila la creación de una comunidad lunar donde residirían 10.000 personas, que tendrían granjas para alimentarse.