SEMANA BURSÁTIL

Mercados y Gobierno, pendientes de la construcción

El comentario/Luis M. Lianes

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Antes de las vacaciones, el vicepresidente económico rebajó las previsiones de crecimiento de la economía española para este año. Los argumentos de la rebaja se vistieron como pura cuadratura de cuentas, quitando hierro a las preocupaciones que causan las nubes de tormenta que acechan a la economía mundial.

Ahora sabemos que no es así. Desde el entorno más directo de Solbes se reconoce que los próximos meses no serán fáciles y que los objetivos macroeconómicos son eso, objetivos. Son conscientes de que les toca afrontar un periodo complicado en el que puede vivirse una fuerte contracción del ciclo; una desaceleración del crecimiento motivada por factores diversos, como las tensiones geopolíticas o el escaso tirón que se prevé para el sector de la construcción.

Cuando Solbes presentó la revisión del Gobierno de Zapatero del cuadro macroeconómico heredado de Aznar, el precio del petróleo estaba alto, pero no por las nubes. A lo largo del mes de agosto ha tocado cielo, hasta alcanzar unas cotizaciones nunca vistas. Los expertos consideran que por cinco dólares que suba el crudo, se restan tres décimas al crecimiento de la economía española, absolutamente dependiente de las importaciones de petróleo. Teniendo en cuenta que el barril de Brent, referente en Europa, ha subido casi 15 dólares, habría que restar casi un punto al crecimiento; es decir, el previsto 2,8% para este año puede quedar por debajo del 2%.

El factor interno que más preocupa a Solbes es la construcción. El vicepresidente económico siempre ha achacado a su predecesor Rato que el crecimiento de la economía española estaba basado en dos factores demasiado vulnerables: la construcción y el consumo privado, y que, a la primera de cambio, podrían dejar de tirar de la economía. Solbes es consciente de que el ciclo inmobiliario toca techo, que la construcción de nuevas viviendas va a caer de forma notable desde los máximos sucesivos de los últimos años; de que la paralización del Plan Hidrológico y los retrasos de algunas de las obras vertebradoras del Plan de Infraestructuras hará que la construcción, locomotora del crecimiento, se convierta en un vagón no de cola, pero tampoco de cabeza.

Es cierto que este Gobierno ha defendido un crecimiento económico menos dependiente de la construcción y más de la inversión en bienes de equipo. Pero lo que tendría que haber sido un relevo armónico no está siendo tal. La construcción está desacelerándose a menor ritmo de lo que se acelera lo que invierten las empresas en maquinaria para producir más. Y si esa desaceleración es demasiado contundente, puede que no se produzca el relevo efectivo.