Construcción sostenible/ Pablo Sola
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
La edificación sostenible está invadiendo las tendencias constructivas de todos los ámbitos y lugares del mundo. ¿Se trata de una moda? En realidad es un conjunto de causas que incluyen tanto la concienciación de arquitectos, inquilinos y urbanistas de que una construcción ecológica contribuye de manera considerable a la mejora medioambiental de las ciudades, como del descubrimiento de un nuevo filón donde ganar dinero por parte de constructores y promotores y, por qué no, de una gran técnica de venta al público.
Pero también este tipo de edificación tiene diversas vertientes, dependiendo de en qué lugar del mundo se realice. Así, en Estados Unidos, como representante del mundo desarrollado, se utilizan modernas técnicas, tanto en el diseño de los edificios como en el proceso constructivo y en el funcionamiento de los mismos. Como ejemplo, valdría mencionar las nuevas oficinas centrales de la Hearst Corporation, diseñadas por Norman Foster y situadas en la Octava Avenida con la calle 56 de Manhattan, Nueva York, un edificio de acero y cristal de 42 pisos en el que el vidrio tendrá una cobertura que permitirá el paso de la luz, pero impedirá el ingreso de gran parte de las radiaciones solares causantes del calor. Además, por el suelo circularán tuberías con agua, que enfriarán o calentarán el edificio según la época del año, e incluso los equipos de aire acondicionado estarán equipados con sensores y ventiladores de velocidad variables, diseñados para autoajustarse a las necesidades de cada momento. También habrá sensores de luz y movimiento que apagarán los aparatos cuando no haya gente, y dispondrá de un tejado verde para recolectar el agua de lluvia, reducir la escorrentía y reciclar el líquido para los sistemas de refrigeración y riego, todo ello cuando finalicen los trabajos en junio de 2006.
Ante este derroche de tecnología hay que quitarse el sombrero, pero también vaciar la cartera, cosa que no se puede hacer en todo el planeta. Por ello, en otros lugares deben recurrir a la imaginación frente a la falta de recursos. Es el caso de la sede del Consejo Provincial de Educación del Neuquén, en Argentina, donde antes de comenzar la construcción de este edificio de 7.100 metros cuadrados, los arquitectos del estudio Bischof, Egozcué, Vidal analizaron cómo protegerse y aprovecharse de las condiciones climatológicas del lugar. Es decir, vientos promedio de 17 kilómetros por hora, que pueden llegar a los 80, y radiación solar casi permanente, por la falta de nubosidad en la zona, con diferentes ángulos en invierno y verano. Tras un exhaustivo estudio, quedó diseñado un edificio triangular abierto al sol hacia el este y cerrado en las fachadas sur y oeste, que también protege del viento a una gran plaza que hace las veces de atrio de entrada.
Pero la edificación ecológica quiere estar en todos los lugares, incluso -y sobre todo- en aquellos menos favorecidos, como las ciudades superpobladas de Sao Paulo, en Brasil, Manila, en Filipinas, o El Cairo, en Egipto, que siguen acogiendo a cientos de personas sin empleo que se hacinan en barrios marginales sin servicios públicos y en infraviviendas, incrementando el tamaño de las ciudades y la producción de residuos contaminantes. Ante estas situaciones, arquitectos y urbanistas visionarios, como el estadounidense Peter Calthorp,e se inclinan por la realización de proyectos colectivos de diseño público que incluyan procesos de “relleno” de solares vacantes en áreas deprimidas, la utilización de materiales tradicionales, como el adobe o la paja, en los casos más extremos y el diseño de barrios verdes por encima del negocio de la construcción.