PREMIOS EXITOS

La Hidra de Zapatero

esta españa nuestra/ Raúl Heras

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Aquellos que buscan entre las estrellas saben que en los 19,36 grados de declinación está Hidra, colocada allí por el todopoderoso y vengativo padre de los dioses. Por lo menos eso creían los griegos, que no se resignaban a perder a ninguno de sus mitos, ya fuesen buenos o malos, y tan pronto los mataban como los hacían resucitar bajo otras formas.

Un método arcaico de establecer el principio básico de la indestructibilidad de la energía, o si se quiere contemplar desde el plano religioso: una licencia literaria para explicar que la vida eterna existe y que tan sólo se cambian las formas.

La Hidra era tan indestructible que, por cada cabeza que le cortaban, volvían a salirle otras dos. De forma muy parecida a lo que le ocurre a nuestro peculiar monstruo de la vivienda, que por cada problema que el gobierno y el color de turno se empeña en resolver aparecen otros dos, ya sea en materia de suelo urbano, zonas especialmente protegidas, figuras jurídicas de difícil o imposible aplicación, leyes que se desprenden y alejan de la realidad, o marcos financieros que casi obligan a las entidades bancarias a convertirse en competidores de las empresas en busca de mayores rentabilidades para sus inversiones, cayendo incluso en la competencia desleal; por no contar con la voracidad administrativa, atrapada en la tupida tela de araña del gasto corriente establecido en sus presupuestos y que sólo puede cubrir con unos ingresos extraordinarios que terminan repercutiendo de forma indirecta y mucho más onerosa en los contribuyentes, pues todos huyen del término maldito: “subida de impuestos”.

El recientísimo Gobierno Zapatero se está comportando como la mitológica Hidra. Las cabezas son independientes y con voz y movimientos propios, y hasta muy contradictorios. Por lo menos hasta la fecha de este verano que acaba de arrojarnos a los calores y a los incendios. Una afirmación de la titular de Vivienda es inmediatamente corregida por el vicepresidente económico, que es quien maneja la cartera; otra de la responsable de Fomento entra en choque con su colega de Industria, que es catalán y no andaluz y no entiende los parones de su AVE; y aún otras del polémico, inquieto y astuto ministro de Defensa dejan en la mesa del presidente el dilema entre tanques y ladrillos, inversiones en equipamientos para la Fuerzas Armadas o empleo del suelo público para bajar los precios.

Hija de Equidna y Tifaón, recuerdo que en mis apasionadas y ensoñadoras lecturas de colegial acerca de la mitología griega y romana, la Hidra de Lerna sucumbía finalmente ante Hércules, en el segundo de sus doce trabajos. El héroe, a medio camino entre los dioses y los hombres, recurría a su fuerza y a su destreza: cortaba de un tajo todas las cabezas y las aplicaba el fuego redentor. Sin pensar que Zapatero y su Gabinete puedan ser comparados al Heracles griego, la solución de aquel para acabar con el inacabable problema que representaba el monstruo de las siete cabezas puede ser la misma.

La creación de un Ministerio de la Vivienda podía ser una baza electoral, y hasta una buena forma de trasladar a los ciudadanos que el PSOE colocaba ese problema en el centro de sus preocupaciones. Llegado al poder y con la ley en la mano, las capacidades del Ministerio que dirige María Antonia Trujillo están muy limitadas, y por sentencia del Tribunal Constitucional, que atribuye a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos casi toda la capacidad normativa y reguladora. Debe utilizar a los municipios como instrumento final, y “quitar” a varios de sus colegas una parte de sus tesoros, con dos de ellos en cabeza: José Bono y sus suelos de cuarteles y campos de tiro; y Magdalena Alvarez, como responsable última de los solares que posee Renfe. Siempre bajo la atenta mirada de Cristina Narbona y su obligada defensa del medio ambiente, y de Pedro Solbes, sometido desde Hacienda a cuadrar los presupuestos e impedir que el déficit público se descontrole.

Las propuestas que desde los sectores privados le están llegando al Gobierno reflejan la opinión de los verdaderos expertos del sector, ya sean éstos promotores o gestores de cooperativas sociales. Tienen la experiencia comprobada de muchos años de dedicarse a promocionar, construir y vender viviendas de todo tipo, y han pasado por ciclos expansivos como el que aún vivimos y en el que se ha asentado el espectacular crecimiento español de los últimos años, y por recesiones que llevaron a más de uno a la quiebra empresarial. Conocen las peculiaridades patrias en cuanto a la posesión y desarrollo del suelo en el ámbito urbano; los créditos hipotecarias al tres por ciento y hasta al veinte por ciento; y la escasa defensa que el ciudadano ha tenido ante la compra y entrega de ese bien tan preciado que era su casa. Incluso saben de las falsas polémicas entre propiedad y alquiler. ¿Qué es sino un alquiler con un casero que se llama banco o caja de ahorros, una compra con hipoteca a 30 e incluso 35 años?, por no hablar de la cultura hispana de posesión y la tranquilidad que eso proporciona a las familias.

Ninguno de los ministerios implicados puede colocar las bases de la solución de forma aislada. Si cada uno defiende su parcela, el problema se extenderá en el tiempo, con parches propagandísticos y poco más. Mirar desde arriba debería obligar al presidente Zapatero a coordinar el ataque a la Hidra. El problema bien merece que sea él mismo quien asuma el papel de Hércules.

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