INTERNACIONAL

Bajo el mar, entre oro y diamantes

Mónica Figueres/ Dubai

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
El hotel más lujoso es también el más alto y el más caro del mundo. Construido sobre una isla artificial en la costa de Dubai, el Burj Al Arab ‘se sale’ de todas las calificaciones turísticas, lo que le ha llevado a convertirse en el primer hotel, y hasta ahora el único, con categoría de siete estrellas.

Cinco estrellas no eran suficientes para el hotel más alto y más lujoso del mundo. Se quedaban cortas. El coloso diseñado por WS Atkins and Partners es único e innovador en todos los sentidos y, además de destacar por estar construido sobre el mar, dispone de la más alta tecnología. Por eso, siguiendo en su línea de ser “el número uno”, es también el más caro del mundo, y para poder entrar a verlo hay que pagar unos 60 euros.

En el desarrollo del Burj Al Arab se han cuidado todos los detalles: está construido sobre una isla artificial situada a 280 kilómetros de la costa, de forma que su sombra no llegue hasta la playa de Jumeirah, y tiene una altura de más de 300 metros, lo que le permite tener unas vistas únicas del desierto. La fachada del edificio está hecha de teflón y se ha colocado sobre una estructura de fibra de vidrio que sostiene la gran vela que emerge del mar. Para estabilizar la torre contra las cargas sísmicas y el viento se ha utilizado un esqueleto de acero en forma de ‘V’, que está reforzado, a su vez, por una segunda estructura similar en la que se han instalado las habitaciones y los pasillos.

Con la apertura de este hotel, los viajeros multimillonarios que pasan cada año por los Emiratos Arabes Unidos disponen, además de un espacio singular, de un establecimiento único en cuanto a servicios. Incluso los caprichos de los más excéntricos son satisfechos en las instalaciones del Burj Al Arab. Su interior está organizado en torno a un gran atrio de 180 metros de altura hacia el que se asoman los balcones de las habitaciones de los 28 pisos de manera escalonada, para reducir la sensación de vértigo. Durante el día, la luz del desierto ilumina todo este enorme hueco, en el que destaca una fuente, que alcanza los 30 metros de altura, y crea un resplandor propio de la ciencia ficción. Este ambiente de ensueño es lo que más destaca del hotel, que se transforma con el sol en un enorme caleidoscopio de colores. Para su construcción se utilizó granito Azul Bahía de Brasil, mármol de Carrara y piedras preciosas del norte de Italia. En las paredes se entretejen los mosaicos típicos de la cultura árabe, revestidos con láminas de oro de la India.

De sus siete restaurantes, el Al Mahara es el que más llama la atención de los visitantes. Se trata de un recinto submarino en el que se puede cenar entre tiburones, corales y otras especies marinas de la zona. Para los que prefieran los espacios abiertos, se ha instalado también otro restaurante que parece quedar suspendido en el aire.

Aquel que pueda permitirse pagar una habitación en este hotel no se extrañará de los medios de acceso del mismo. Hay dos opciones para llegar al Burj Al Arab: o bien en una limusina Rolls Royce desde la playa o en un helicóptero que recoge a los clientes en el aeropuerto de Dubai y los deposita, después de un viaje panorámico, en el helipuerto privado del establecimiento. Una vez allí, el viajero dispondrá de todas las comodidades imaginables, y contará, además, con un equipo exclusivo de mayordomos a su servicio. Un sueño de diamantes que ahora el dinero ya puede comprar.