Gema Fernández
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Vivir en un chalé resulta más caro que hacerlo en un piso en altura. Pero no sólo para el bolsillo del propietario, sino, también, para las arcas de las administraciones públicas, en cuyas cuentas los gastos de las zonas de baja densidad edificatoria pueden llegar a multiplicarse por seis.
es que las urbanizaciones de unifamiliares, sean adosados o independientes, necesitan más farolas, incrementando el coste del alumbrado público en cuatro veces, mientras que la instalación de redes de agua y saneamiento, así como su mantenimiento, se multiplica por 3,5 y 2,5 veces, respectivamente, según un estudio realizado por Socintec, una consultora de gestión de la innovación perteneciente a Corporación IBV.
La lista comparativa de costes es interminable. De hecho, la instalación de redes de telefonía supone un desembolso seis veces superior en pequeñas urbanizaciones de chalés que en la ciudad, y la de la red eléctrica se quintuplica, llegando a triplicarse el gasto en mantenimiento público de la zona.
El bolsillo del propietario también se ve mermado en estos casos, puesto que el transporte público en estas zonas es menos frecuente, y hay que tirar de coche y gasolina, con el consiguiente aumento de la contaminación ambiental y acústica; al tratarse de una casa más grande, el gasto en agua, calefacción y electricidad también se ve incrementado…
Según los cálculos de Socintec, vivir en un chalé, con una media de dos coches por familia supone un coste superior a 16.841 euros anuales, frente a los 7.258 euros calculados para un piso en altura, eso sí, con un sólo vehículo, pero más del doble. Hagan sus cálculos.