FIRMAS

Vivienda y consumo

villa y corte/ Alberto Delgado

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Sería interesante conocer la opinión de los expertos sobre la influencia que el coste de la vivienda tiene en el consumo, o, para ser más exactos, en la retracción del consumo, especialmente en las grandes ciudades como Madrid, donde los precios se han disparado en los últimos años.

Los esfuerzos para hacer frente al pago de las hipotecas tienen una lógica repercusión en las cantidades disponibles para las familias en compras de artículos de primera necesidad o en el ocio.

La construcción es un motor de la economía y el empleo, pero los precios de las viviendas suponen un freno para el gasto. Los jóvenes que ahorran para la entrada de un piso se desesperan al ver que, año a año, los precios suben muy por encima de su capacidad de ahorro. Es una espiral que tiene que cortarse con el libre juego de la oferta y la demanda, especialmente cuando los nuevos barrios comiencen a vomitar pisos de nueva construcción. El problema es que la mayor parte, si no la totalidad de los pisos que van a terminarse, están ya comprados, al menos sobre el papel. Lo que falta por saber es cuántos de esos pisos se destinan a vivienda propia, y cuántos a la inversión especulativa. El negocio que se ha producido en los últimos tiempos, con pisos que proporcionaban un 50%, o márgenes aún mayores antes de ser terminados, tiene que acabar, y los márgenes de beneficios reducirse.

La política del nuevo Ministerio de la Vivienda puede jugar un papel importante, aunque limitado, en la solución del problema. Lo malo es que, hasta el momento, las declaraciones de la ministra sean confusas y contradictorias. Y lo peor es que el Ministerio poco puede hacer en una necesaria política de suelo urbanizado a precios asequibles sin contar con los ayuntamientos, que siguen considerando al suelo como fuente principal de ingresos.

El dinero que las familias deudoras de hipotecas emplean en hacer frente a sus pagos, podría dedicarse, si los precios se atemperan, a otros gastos necesarios para la reactivación de distintos sectores de nuestra economía.