FIRMAS

¿Recuperar la normalidad?

Nino Olmeda

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Recuperar la normalidad es la frase más repetida por todos los representantes institucionales y de los partidos y una exigencia de la sociedad madrileña, después del trauma vivido como consecuencia del horror de las bombas colocadas por los terroristas para que trenes llenos de vida y de ilusión saltaran por los aires en Atocha, Santa Eugenia, El Pozo del Tío Raimundo y Vallecas.

Todos insisten en destacar el comportamiento ejemplar de los servicios públicos, la magnífica coordinación entre administraciones para hacer lo posible y lo imposible en favor de las víctimas, y la lección de solidaridad de miles y miles de ciudadanos anónimos que dejaron sus tareas y su sufrimiento para ponerse en disposición de ayudar con sus manos, su sangre, sus lágrimas, a todo el que lo necesitara.

Superada la semana de inactividad en la Asamblea de Madrid, de duelo por los asesinatos, Rafael Simancas, el principal líder de la oposición y secretario general de los socialistas madrileños era recibido en la sede del Gobierno regional por la presidenta, Esperanza Aguirre. Pasaron las horas, más de dos, y llegó la cita con los medios. Con anterioridad a ese momento, algunos periodistas se entretenían imaginando que había surgido el flechazo político entre Simancas y Aguirre y que el primero estuviese convenciendo a la segunda para que apoyase a José Luis Rodríguez Zapatero. Habría surgido la Aguirre más centrista de todo el panorama popular.

Otros decían, con sorna, que el líder de la Federación Socialista Madrileña había sido invitado por la mandataria regional a sentarse en el sillón presidencial y que no se quería levantar. Para pasar el rato no está mal elucubrar. Al final, después de oír a Simancas y al portavoz de Aguirre, Ignacio González, nos enteramos de que las radiales seguirán siendo de peaje, contraviniendo las promesas de ZP, y de que el Ejecutivo regional está preocupado porque el hecho de que Simancas matiza sus compromisos antes de la toma de posesión del nuevo Gobierno de España.

En la calle, los ciudadanos siguen tristes y anhelan recuperar la normalidad en sus vidas. Desde las instituciones piden lo mismo, pero ya se sabe, la clase política respira mejor en la tensión, la conspiración y defendiendo los intereses de partido. Que no se ahoguen, nosotros seguimos con el oxígeno.