villa y corte/ Alberto Delgado
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
El Ayuntamiento de Madrid tiene mucha prisa en empezar cuanto antes las obras de soterramiento de la M-30, porque quiere terminarlas en el plazo que había prometido durante la campaña electoral. Para ello necesita eliminar el escollo del informe del impacto medioambiental.
Pero hay algo que es más preocupante, y que debe hacerse sin prisas y sin urgencias: el destino urbanístico que se va a dar a la zona que va a quedar libre en lo que antes era vía de circulación. Son muchos kilómetros, y muchas las posibilidades que ofrece: desde zonas verdes y equipamientos culturales y de ocio, a la tentación de que se aproveche parte de los terrenos que van a quedar libres para construir, lo que representaría, entre otras cosas, una fuente de ingresos para las constructoras y promotoras, y para el propio Ayuntamiento, por supuesto.
Algunos arquitectos y urbanistas han pedido que se hagan las cosas con calma, que se debata en profundidad el destino urbanístico que se va a dar a esa extensa zona de Madrid que va a quedar libre, y que se aproveche ese espacio para dotar a la capital de un nuevo pulmón para la cultura, el ocio y el esparcimiento de los ciudadanos.
Creo que es perfectamente compatible el soterramiento de la M-30 con el estudio en profundidad de lo que va a hacerse en el espacio que ahora ocupa la vía de circunvalación. Es una obra que debe hacerse con propósito de perdurar en el tiempo y, en consecuencia, que requiere sosiego, debate y aportaciones de expertos para aprovechar una gran oportunidad de mejorar la imagen de la capital. Las prisas en el soterramiento pueden estar justificadas. Las prisas en encontrar la mejor solución a las posibilidades urbanísticas pueden ser, por el contrario, malas consejeras.
Es de esperar que el destino que se de a los terrenos que van a ser liberados sea el mejor para el conjunto de los ciudadanos, por encima de posibles afanes de aumentar las arcas del municipio, o de experimentos urbanísticos que puedan tener difícil solución una vez llevados a cabo.