villa y corte/ Alberto Delgado
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Los malos tratos a las mujeres en toda España están aumentando de manera alarmante, y la situación requiere una actitud firme y eficaz por parte de las distintas administraciones, principalmente la judicial. En la Comunidad de Madrid se va a crear un Observatorio Regional, encargado de coordinar todos los recursos contra los malos tratos, atender a las víctimas, y revisar, impulsar, evaluar y aplicar los cambios oportunos al vigente Plan Integral contra la Violencia de Género.
Al frente del Observatorio estará el vicepresidente y consejero de Justicia e Interior, el leonés Alfredo Prada, un estudioso de los temas de seguridad ciudadana. Este Observatorio puede realizar una labor del mayor interés en el deseo común de una región en la que sus habitantes se sientan protegidos.
Como propuesta original, el Gobierno regional estudia la posibilidad de colocar un brazalete a los maltratadores, para identificarlos y controlarlos. Sin perjuicio de que sea bueno controlar a los maltratadores, la medida plantea, en principio, dudas sobre su constitucionalidad. Puestos a buscar identificaciones, ¿por qué no extender el brazalete a los condenados por terrorismo, a los narcotraficantes, a los violadores..? ¡Ah, si pudiéramos identificar por su brazalete a cuantos pueden atentar contra la pacífica convivencia de los ciudadanos! Pero hacerlo sería incurrir en un grave riesgo de discriminación, y se rompería el principio de presunción de inocencia, y de posibilidad de reinserción.
Aunque no tenga nada que ver, a mí esto de los brazaletes me recuerda a las estrellas de David que tenían que llevar en su vestimenta los judíos en la Alemania nazi. Claro que aquellos eran inocentes, y los maltratadores no. Pero entre una región insegura, y un estado policía, hay un largo trecho que recorrer con prudencia. Hay que vigilar y castigar el delito, pero no se pueden matar pulgas a cañonazos, porque el cañonazo se puede llevar por delante a muchos que no son pulgas.