villa y corte/ Alberto Delgado
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
A juzgar por su discurso de investidura, la presidenta de la Comunidad madrileña, Esperanza Aguirre, más que una política de continuidad parece querer dar aires nuevos al Gobierno regional. En contraposición a las subidas anunciadas por el alcalde de Madrid, Esperanza Aguirre apuesta por la bajada de impuestos, una apuesta que ha ido bien a nivel estatal, y que será acogida con un cierto alivio por los sufridos contribuyentes.
La reducción de un punto en el tramo autonómico del IRPF es perfectamente compatible con el crecimiento presupuestario, siempre que haya crecimiento económico.
En cuanto a otras propuestas, la creación de las Brigadas Especiales de Seguridad Ciudadana, tema largamente estudiado por Alfredo Prada, no deja de ser, por el momento, una incógnita, aunque suponga un paso adelante en la lucha contra la delincuencia, que no atraviesa precisamente sus mejores momentos.
En donde la presidenta "se moja" más es la sanidad. Para la creación de siete nuevos hospitales y 50 centros de salud habrá que darse prisa, y la legislatura puede resultar corta. Y no hablemos de las listas de espera para intervenciones quirúrgicas en los hospitales públicos, que se pretenden reducir a menos de un mes. Para ello habrá que movilizar no sólo dinero, sino también voluntades, con aumento de horas de quirófano, si se quiere que este deseo se convierta en realidad.
En la atención a la familia, la asistencia a los mayores va a tener carácter prioritario. Pero lo más nebuloso, a mi modesto juicio, es la política de vivienda, que, hoy por hoy, es una de las mayores preocupaciones de los madrileños. La construcción de 79.000 viviendas para jóvenes, en régimen de alquiler con opción a compra, es una hermosa promesa, tan ambiciosa como insuficiente. Buscar consenso para modificar la Ley del Suelo es correr el riesgo de acabar con la inoperancia. Hay que actuar con rapidez y eficacia, con consenso y sin consenso, porque el tiempo pasa, y la situación empeora.